Se trata de un programa piloto para la construcción de paz desde la formación complementaria con pueblos indígenas y comunidades campesinas, a partir de sus usos ancestrales y culturales de la planta milenaria.
Ante funcionarios del Gobierno, de la comunidad académica del Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA), y de organismos internacionales, entre otros, Petro explicó que la paz hoy en Colombia consiste en pasar de un uso de la hoja de coca a otro.
En ese sentido, añadió, la comunidad indígena puede enseñar porque ancestralmente usó la hoja sin matarse, sin que produjera daño.
«Y ahora se trata de ver cómo esas comunidades que hoy viven en muchas partes del territorio nacional bajo el miedo, bajo la muerte, bajo el asesinato, bajo la masacre, precisamente porque esa hoja es usada de otra manera, podría retornar a un uso que no provoque la muerte», enfatizó.
La paz es sustituir una economía por otra y el SENA aquí está jugando ese papel, ese camino, detalló el jefe de Estado.
Lo que se está viendo es «cómo la hoja de coca puede ser usada de manera diferente a como una serie de mafias vienen utilizándola en el mundo», recalcó el mandatario quien considera que la guerra contra las drogas fracasó y urge una nueva política sobre el tema.
En su opinión, una de esas formas es el abono y explicó que ya vio una fábrica de la comunidad Nasa ubicada en el Huila, con capital de Suecia.
«A través de la máquina transforman la hoja de coca, de tal manera, que sale un fertilizante», dijo Petro al tiempo que recordó que también se está discutiendo cómo la energía eléctrica sale del sol y no del petróleo y el carbón.
El Gobierno se propone a nivel nacional, en las regiones de mayor producción de hoja de coca usada de otra manera, poner fábricas para comprar esa hoja de coca y volverla abono sin carbón; abono descarbonizado o biofertilizantes.
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