La cruzada del clero al parecer la encabeza el cardenal y arzobispo de Guadalajara, Jalisco, José Francisco Robles, quien consideró que los textos son parte de “un adoctrinamiento ideológico”.
Como en épocas de la inquisición, se vanaglorió de que ya sumen casi ocho millones de ejemplares los guardados sin distribuir en las bodegas estatales, y llamó a los padres a “ejercer el derecho y el deber” de reprocharlos.
El diario reporta que organizaciones de derecha, como el Frente Nacional por la Familia, Mexicanos Primero, la Unión Nacional de Padres de Familia y el Frente Nacional AntiAMLO (Frena), junto a partidos como Acción Nacional, Movimiento Ciudadano, así como jerarcas de la Iglesia católica, cierran filas para impedir la distribución de los libros.
Señala que, en un “análisis multidisciplinario” que la asociación empresarial Mexicanos Primero realizó de los materiales publicados por la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos, detectó que “los contenidos no contemplan la realidad que se vive en el sistema educativo.
Por supuesto, se trata de afirmaciones no argumentadas, contrariamente a lo que está haciendo de manera pública todos los días por televisión, libro por libro, la Secretaría de Educación Pública con asistencia de docentes, catedráticos e incluso maestros y otros autores que participaron en la redacción y contenido de los textos.
Los sectores críticos, en sentido general compuestos por conocidos personajes e instituciones conservadores que no ocultan su filiación, como ahora el sector más retrógrado de la Iglesia católica, perseveran en su tesis superficial de que los textos inoculan el virus del comunismo en los alumnos, y en la campaña mediática hacen un énfasis muy particular en la difusión de ese criterio.
Hoy expusieron otra visión negativa según la cual, los textos completos no atienden las necesidades de cada estudiante; se deja la responsabilidad en los maestros de implementar un modelo educativo que pasa de impartir distintas materias a campos formativos y del aprendizaje individual de cada estudiante a uno comunitario”, explica La Jornada.
No hay argumento no sustento en la afirmación, la cual, en su esencia, niega también el papel del docente en la formación del alumno, como sucede en todos los sistemas escolares del mundo.
Critican que, según su interpretación, el libro de primer grado Proyectos Comunitarios pida para el apartado ‘juntos resolvemos problemas’ que cada estudiante redacte descripciones de los problemas de su comunidad, así como soluciones, asumiendo que los niños de seis años saben ya leer, escribir y cuentan con un pensamiento abstracto que a esa edad. Eso es comunismo.
De esa manera, replica la Secretaría, niegan la posibilidad de desarrollo cognitivo y reflexivo de la persona humana desde edades tempranas como recomiendan los sicólogos.
ro/lma