Una previsión del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Marn) indicó que existe una probabilidad del 95 por ciento para que la contrariedad se acerque a la categoría fuerte entre diciembre y enero próximos y sería a mediados de 2024 que se debilite su influencia en el calentamiento de los océanos, entre otros efectos.
En la actualidad hay una reducción en las lluvias y la aparición de sequías recurrentes algo común cuando aparece El Niño en la región centroamericana.
Un informe de las autoridades, publicado el 11 de agosto, cita al Centro de Predicción Climática de Estados Unidos que detectó un fortalecimiento de El Niño desde julio pasado y ya alcanzó la categoría de moderado.
Durante el mes anterior, agregó la pesquisa, la temperatura de las aguas superficiales del Pacífico fue de 1,1 grados centígrados, superior al promedio, y pueden elevarse a 1,5 grados respecto al promedio o incluso más.
Los efectos están ahí, en tres sequías, una de ellas abarcó más del 60 por ciento del territorio nacional, dañó cultivos y atrasó siembras.
En algunas zonas, el déficit de lluvias llegó a entre 30 y 40 por ciento, algo que impactó en la producción de alimentos básicos.
La Cámara Salvadoreña de Pequeños y Medianos Productores Agropecuarios (Campo) estima que la cosecha de granos será 600 mil quintales menos a lo que tenían previsto para este ciclo.
También hay que destacar una cosa nueva, el vínculo del clima y la inflación, que según expertos significó un alza de los costos de los alimentos y una disminución de la productividad.
A estos sinsabores hay que añadir la llegada con cierta frecuencia de una masa de aire caliente con polvos del Sahara, como la que ingresó la víspera y que permanecerá hasta el próximo fin de semana.
Para este viernes, las concentraciones del polvo aumentarán a valores que rondan los 180 microgramos por metro cúbico, aproximadamente en horas de la mañana.
Se espera que el fenómeno perdure el fin de semana, aseguró el boletín 16 de Calidad del Aire del Marn.
Estos fenómenos sumados hacen una combinación nada prometedora para la economía del país, en especial para la agricultura, estiman expertos cuando advierten de sus efectos en la producción de alimentos y anticipan una hambruna que golpeará a cerca de un millón de personas.
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