El grupo armado Grand Ravine que desde hace semanas aterroriza a la población de Carrefour Feuilles, barrio en las afueras de esta capital, atacó con furia a los residentes, cobró más de 15 vidas y violó a mujeres y niñas en un nuevo intento de controlar la zona para instalar su bastión.
Según un balance de la Dirección de Protección Civil, más de cinco mil personas tuvieron que abandonar sus hogares y de ellos dos mil fueron identificados en la escuela nacional de Carrefour Feuilles, 600 en la plaza Jeremie, 300 en el gimnasio Vincent y 930 en la Facultad de Pedagogía.
“Comenzamos a distribuir comidas calientes y un paquete de acción en curso para permitir que los desplazados afronten mejor estos tiempos difíciles”, aseguró su director general Jerry Chandler.
Por su parte, el Centro de Análisis e Investigación en Derechos Humanos elevó a 10 mil la cifra de refugiados y reveló que decenas de casas fueron saqueadas y quemadas.
Las pandillas también asaltaron la subestación eléctrica de Savane Pistache y dejaron inoperativa la infraestructura, con lo cual parte de la zona metropolitana de la capital se encuentra a oscuras.
Tras varios días de violencia, el Gobierno salió de su silencio y anunció asistencia a las víctimas, mientras que el Consejo Superior de la Policía Nacional ordenó el despliegue de unidades especializadas en las zonas afectadas.
También el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, António Guterres, envió un informe al Consejo de Seguridad del organismo mundial en el que aseguró que se necesita un uso enérgico de la fuerza y la utilización de medios militares para restablecer el orden público en Haití y desarmar a las pandillas.
Insistió en que nada menos que el uso robusto de la fuerza, complementado con una serie de medidas no cinéticas, por un grupo policial multinacional especializado y competente, apoyado en medios militares y coordinado con la policía nacional, podría lograr los objetivos de eliminar a los grupos armados.
En octubre el Gobierno solicitó el despliegue de tropas extranjeras para contener a las pandillas que controlan más del 80 por ciento de esta capital y son responsables del deterioro del clima de seguridad, así como miles de muertes y secuestros.
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