La movilización, que analistas consideran como una de las más grandes en la historia política local, también fue propicia para reafirmar el proyecto de refundación frente a las amenazas de otro golpe de Estado por parte de fuerzas opositoras que encabezan los partidos Nacional, Alianza Patriótica y Salvador de Honduras.
De varios departamentos del país llegaron a Tegucigalpa los asistentes, vestidos en su mayoría con ropa de color rojo y negro, y se concentraron en las inmediaciones de la casa presidencial, desde donde se dirigieron, en una larga caminata, hasta las afueras del Congreso Nacional, agitando banderas y pronunciando consignas como “golpes de Estado nunca más” y “Xiomara no está sola».
Durante un discurso minutos antes de iniciar la marcha patriótica con carácter pacífico, la mandataria hondureña se dirigió al pueblo y denunció la conspiración planeada por las mafias y élites del crimen organizado y el narcotráfico para derrocar a su Gobierno.
Expresó la presidenta que esas mismas fuerzas del mal no quieren ni diálogo ni consenso, pues pretenden crear anarquía y menosprecian la libertad del soberano que la eligió.
Según afirmó, la solución a los grandes problemas dela nación es unir al pueblo en el combate frontal al modelo neoliberal, que promueve la corrupción y el despojo como sangre que lo alimenta.
Queremos un país donde prevalezcan la justicia social y el derecho, manifestó la primera mujer presidenta de la república, y añadió que así lo demanda la unidad popular ante los enemigos eternos de la patria. “Debemos sentar las bases del proyecto del socialismo democrático”, subrayó.
La mandataria resaltó los logros de su Ejecutivo en año y medio,tras la toma de posesión, y aludió al desmontaje —a pasos firmes— del régimen dictatorial de saqueo al que fueron sometidos los hondureños en la última década.
En la cita, que contó con el acompañamiento del exgobernante Manuel Zelaya (2006-2009), Castro argumentó que reconstruyen la dignidad nacional y la solemnidad de la presidencia al darle respeto al país ante el mundo.
Además, significó la reconstrucción de las finanzas públicas, la eliminación de los fidecomisos y la capitalización con “transparencia de la caja única del Estado”.
A pesar de la onerosa deuda que dejaron los Gobiernos neoliberales, se paga al día cada centavo que debe el país a la banca nacional privada y a la internacional, enfatizó.
(Tomado de Orbe)