«Iré a Santiago de Chile. A mis 13 años el golpe militar contra Allende me llenó el alma por primera vez de inquietudes políticas y condenó a América Latina a dictaduras y guerras revolucionarias», expresó por medio de su perfil en la red social X, antes Twitter.
Subrayó que hoy, a sus 63 años, después de una vida de lucha quiere ir «a la Moneda, al palacio bombardeado después de 50 años, cuando la democracia avanza y se profundiza».
«Voy a pedir la más profunda unidad del progresismo latinoamericano para configurar las fuerzas que puedan hacer perdurar la vida y la humanidad en el planeta», subrayó el jefe de Estado.
Además, pedirá actuar en la gran definición política del mundo, de América y Colombia.
Para ello, es necesario decidir si «la humanidad cae en la barbarie y la autodestrucción de su existencia a través de los neofascismos, los nuevos Pinochets que crecen por doquier a partir del miedo y la mentira o si profundizamos la democracia y logramos que cambien los sistemas para reimpulsar la vida y la intensidad de nuestra existencia», dijo.
A 50 años del golpe de Pinochet contra Allende, la democracia y el pueblo, el mundo se debate entre la codicia o la vida.
El 11 de septiembre de 1973, las Fuerzas Armadas de Chile, conformadas por la Armada, la Fuerza Aérea, Cuerpo de Carabineros y el Ejército, asestaron un golpe de Estado contra el presidente Allende y el gobierno de la Unidad Popular.
Tropas del ejército y aviones de la Fuerza Aérea atacaron el Palacio de La Moneda, la sede de Gobierno, condenable hecho planificado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos que condujo a la dictadura militar de Augusto Pinochet.
Se estima en más de 40 mil las víctimas de ese régimen, entre asesinados, detenidos desparecidos y torturados, sin contar los más de 200 mil exiliados.
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