Cerca de cuatro millones de niños y jóvenes en todo el país deberían incorporarse a las aulas, sin embargo, en esta capital muchos de los que tuvieron que huir de Carrefour Feuilles, Bel Air, Solino o Tabarre encuentran un futuro incierto.
De hecho, casi una treintena de escuelas en Puerto Príncipe albergan a cientos de desplazados internos y pese a que el Ministerio de Educación creó una comisión que analizaría la situación para ofrecer resultados, las autoridades de la enseñanza admitieron que al menos 150 aulas no están disponibles para el comienzo del año escolar.
A los centros convertidos en refugios se unen las decenas de escuelas situadas en barrios vulnerables actualmente bajo control de las pandillas que tampoco podrán reabrir sus puertas y las familias descapitalizadas por la inseguridad incapaces de enviar a sus hijos a estudiar.
Varios sindicatos de docentes y padres pidieron al Menfp posponer la apertura del año académico, una solicitud recurrente en los últimos cinco años y que priva a los estudiantes de numerosas horas de clases.
La Unión Nacional de Normalistas y Educadores de Haití alertó a finales de agosto que no se dan las condiciones mínimas necesarias para iniciar el curso y recordaron la marcada inseguridad, así como la ausencia de medidas de apoyo económico y el incumplimiento de las reivindicaciones de los profesores.
En los últimos meses del anterior ciclo lectivo los profesores de escuelas públicas fueron a la huelga para exigir salarios atrasados, aumento de los honorarios y la regularización de docentes que llevaban años en el sistema.
El ministro de Educación Nesmy Manigat aseguró que continuaban las negociaciones con los pedagogos y algunas de sus reivindicaciones se cumplieron, sin embargo, hasta el momento se desconoce si llegaron a un acuerdo.
Para Manigat, los alumnos no deben pagar el precio de la situación nacional y aboga por continuar la enseñanza porque “la escuela no puede esperar”.
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