Durante su intervención en el máximo organismo internacional, el jefe del Palacio de La Moneda señaló que el 11 de septiembre de ese año un golpe de Estado fracturó brutalmente la convivencia y llevó muerte, dolor, persecución y miseria a su patria.
En esa época, afirmó, había algunos países que estaban por la desestabilización de democracias frágiles, pero también hubo organismos, como la ONU, que jugaron un papel fundamental para defender a quienes sufrían, a los más desvalidos.
Aseguró el gobernante que por eso Chile tiene con esa entidad y con varios de los países presentes en este foro una enorme deuda de infinita gratitud.
A 50 años de esa tragedia asumimos nuestros dolores y sacamos lecciones de la historia, entre ellas que un golpe de Estado jamás es inevitable pues siempre existen otras alternativas donde no esté presente la violencia, agregó.
En su segundo discurso como presidente de Chile ante la Asamblea General, Boric planteó tres tareas que, a su juicio, son de urgente implementación en la arena internacional.
La primera es cuidar la democracia, detener el avance de la intolerancia, enfrentar decididamente la desinformación y proteger los derechos de las minorías y de las mujeres.
En tal sentido, planteó la necesidad de entregar resultados oportunos ante los desafíos de la corrupción, el crimen organizado, las desigualdades sociales y otros problemas con el fin de preservar la confianza de la gente en las instituciones.
Como segundo aspecto, mencionó la crisis del cambio climático, la contaminación y la pérdida de biodiversidad, problemas donde las responsabilidades no recaen en todos de la misma manera.
“Los que menos contribuyen al calentamiento global, los que menos queman combustibles fósiles, son quienes más sufren”, dijo, y urgió a los países con mayor actividad industrial a ser, no sólo respetuosos con el medio ambiente, sino solidarios con quienes mayor daño reciben.
En tercer lugar, Gabriel Boric aludió al actual cambio tecnológico, al cual calificó como comparable con la revolución industrial del siglo XVIII, pues está modificando de forma drástica la forma de relacionarse entre las personas, de producir y de trabajar.
Recalcó la necesidad de dar un marco ético al desarrollo y uso de conocimientos, entre ellos la Inteligencia Artificial, incorporando la perspectiva de los derechos humanos y el resguardo de las libertades individuales y sociales y evitar que sean fuente de nuevas injusticias.
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