Con motivo del Día de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, esta organización internacional hace un llamado a convertir las tierras degradadas en sanas.
En el contexto de la pandemia por la Covid-19, por ejemplo, restaurar los paisajes naturales reduce el contacto directo entre la vida silvestre y los asentamientos humanos, lo cual crea una barrera natural contra las zoonosis (enfermedades transmitidas de animales al hombre).
También esta restauración ayuda a recuperar la biodiversidad, pues permite capturar el carbono atmosférico que calienta la Tierra, lo cual reduce el efecto del cambio climático.
En estos momentos, evitar, ralentizar y revertir la pérdida de tierra productiva y de ecosistemas naturales es tanto urgente como esencial para lograr una rápida recuperación de la pandemia y garantizar la supervivencia a largo plazo de las personas y el planeta, aseguran expertos.
La desertificación, causada fundamentalmente por la actividad humana y las variaciones climáticas, supone también la existencia de menos espacios silvestres que nos protejan de fenómenos extremos como las sequías, las inundaciones y las tormentas de arena y polvo.
Como parte de los compromisos actuales con motivo del Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas, más de un centenar de países concretan la restauración de cerca de 800 millones de hectáreas (espacio comparable en tamaño a la superficie de China) durante los próximos 10 años.
Cada 17 de junio se celebra el Día Mundial para Combatir la Desertificación y la Sequía con el fin de concienciar sobre la importancia de impulsar iniciativas internacionales para combatir estos fenómenos.
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