Según el medio, mil 600 incursionaron durante las fiestas judías de Rosh Hashaná y Yom Kipur.
Además de proteger las incursiones de los colonos, las autoridades israelíes “apretaron el cerco sobre los activistas jerosolimitanos deportando y prohibiendo viajar a seis” de ellos, alertó.
Hace 15 días, el movimiento israelí Beyadenu, un grupo considerado racista y extremista por los palestinos, anunció que unos 49 mil judíos irrumpieron en la Explanada de las Mezquitas durante los últimos 12 meses.
Los datos son tranquilizadores y alentadores, hay estabilidad y coherencia en el número de judíos que ascienden al Monte del Templo (como lo llaman los fieles de esa religión), expresó Tom Nisani, director ejecutivo de Beyadenu, que promueve el ingreso de esa comunidad al sitio, pese al rechazo generalizado de los árabes y los enfrentamientos que provoca.
El lugar es sagrado para las tres grandes religiones abrahámicas: judaísmo, cristianismo e islam.
Según los acuerdos alcanzados hace décadas a los no musulmanes, incluidos los judíos, solo se les permite visitar el complejo con numerosas condiciones y a ciertas horas, pero no rezar.
Esa comunidad realiza sus plegarias en el muro occidental, conocido como Muro de los Lamentos o de las Lamentaciones, que constituye una barrera exterior de la explanada y representa el único vestigio el segundo templo bíblico, construido por el rey Herodes.
Ante el aumento masivo en el número de visitantes y la lenta expansión de la oración judía en el sitio, las autoridades musulmanas y palestinas denuncian que Israel intenta cambiar el statu quo.
La explanada forma parte de la ciudad vieja, ubicada en la parte oriental de la metrópoli, ocupada por el ejército de Israel durante la guerra de 1967.
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