Por primera vez la localidad del noroeste del país acogió el tradicional convite con desfiles de carrozas, creativas máscaras y la coronación de la Reina y el Rey del carnaval, además de una veintena de agrupaciones musicales, entre estas la popular Sweet Micky, liderada por el expresidente Michel Martelly.
Más de dos mil 500 policías se desplegaron para asegurar los bailes que agruparon a miles de personas de todos los estratos sociales el lunes y el domingo últimos, bajo el lema de estar hombro con hombro para que Haití pueda despegar.
‘Es un momento histórico para esta ciudad que siempre ha sido, en el pasado, tratada como un pariente pobre’, declaró en el presidente Jovenel Moïse.
Los tradicionales carnavales ocurren en un momento de crispación política, cuando la mayoría de sectores sociales y gremios piden la renuncia del gobernante e insisten en que su mandato presidencial culminó el 7 de febrero.
Moïse, por su parte, recalcó que permanecerá en el cargo hasta 2022, y reiteró amenazas al sector empresarial, al que acusa de embolsarse indebidamente cerca de 19 millones de dólares en los últimos años.
Mientras, en la capital miles de personas desfilaron contra su Gobierno, y le atribuyeron intenciones de conducir al país hacia una dictadura y radicalizar la represión contra la prensa y los activistas políticos.
Todo ello en medio de las denuncias del presidente sobre un intento de golpe de Estado y magnicidio, por las cuales apresaron a una veintena de personas, entre ellas un juez de Casación, que luego fue liberado.
Tanto los carnavales como la crisis política ocurre en medio del sostenido aumento de los casos de Covid-19, que ya enfermó a 12 mil 16 personas y costó la vida a 246.
De hecho, el Ministerio de Salud pidió al Gobierno reinstalar el estado de emergencia, suspender las festividades y reorganizar el programa escolar para limitar los contagios.
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