Clementine Nkweta-Salami, representante especial adjunta del secretario general en esa nación, aseguró que los últimos seis meses causaron un sufrimiento indecible y obligaron a más de 5,4 millones de personas a abandonar sus hogares.
La también coordinadora residente calificó esta como la crisis de desplazamiento de más rápido crecimiento en el mundo que parece superar los mejores esfuerzos de la Organización para ayudar a los más necesitados.
La mitad de la población de Sudán, 24,7 millones de personas, demanda ahora asistencia humanitaria y protección, dijo al advertir que los conflictos, los desplazamientos y los brotes de enfermedades “amenazan con consumir a todo el país”.
Solamente en septiembre, la ONU y sus socios entregaron tres mil toneladas de suministros de ayuda vital utilizando 66 camiones en seis estados.
«Necesitamos poder ofrecer mucho más, de forma segura, repetida y rápida”, recalcó la funcionaria.
La misión tiene como objetivo llegar a 18 millones de personas y no renuncia a ello, insistió.
Desde mediados de abril estalló el conflicto que se centró inicialmente en la capital, Jartum, y sus alrededores, junto con la región de Darfur.
Pero actualmente ONU mira con preocupación la expansión eventual de las hostilidades al estado de Gezira, el granero de Sudán.
Esto tendría grandes consecuencias para la seguridad alimentaria, en medio de la violencia que ya ha paralizado el sector sanitario de Sudán, donde el 70 por ciento de todos los hospitales ya no funcionan, alertó.
A esto se suman las preocupaciones sobre crecientes casos de violencia sexual y de género, desapariciones forzadas, detenciones arbitrarias y graves violaciones de los derechos humanos y de los niños.
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