Austin dijo que este domingo “en respuesta a este ataque de Hamas contra Israel, y luego de discusiones detalladas con el presidente (Joe) Biden he dado varias medidas para fortalecer la postura del Departamento de Defensa en la región para reforzar los esfuerzos de disuasión regional».
Según un comunicado del Pentágono, fueron movilizados el portaaviones Gerald R. Ford de la Armada de Estados Unidos, así como el crucero de misiles guiado USS Normandy, los destructores de misiles Thomas Hudner, USS Ramage, USS Carney y USS Rossevelt.
También informó que aumentarán los escuadrones de aviones de combate F-35, F-15, F-16 y A-10 de la Fuerza Aérea de Estados Unidos en la región y que Washington proporcionará al Ejército israelí “equipos y recursos adicionales, incluidas municiones”, que “comenzarán a desplazarse hoy y llegarán en los próximos días”.
Austin dejó claro que el respaldo “material que rápidamente brindaremos a Israel, subraya el apoyo férreo de Estados Unidos a las Fuerzas de Defensa de Israel y al pueblo israelí”.
Por su parte, Biden volvió a hablar con el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, a quien le afirmó que la asistencia adicional estaba “en camino”.
Israel intensificó durante esta jornada los ataques aéreos contra diversos puntos de la Franja de Gaza, mientras se combate áreas cercanas a ese enclave, menos de 48 horas después de la ofensiva del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas) al amanecer del sábado.
Mientras el gabinete de seguridad israelí declaró oficialmente el “estado de guerra”, que daría luz verde a una ofensiva a gran escalada contra la Franja.
Tal decisión llega después de la operación de Hamas, cuyo brazo armado, las Brigadas Al Qassam, lanzaron miles de cohetes contra territorio israelí y luego iniciaron una ofensiva terrestre que tomó por total sorpresa al Ejército y a los estamentos de seguridad de Tel Aviv.
La víspera cuando el jefe de la Casa Blanca conversó con Netanyahu, acerca del “horrible ataque” de Hamas no hizo mención a los 75 años de sufrimiento y desplazamiento del pueblo palestino ante la, hasta ahora, mirada silenciosa del propio Gobierno de Estados Unidos y en sentido general de la comunidad internacional, en una política de doble rasero.
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