En diálogo con la presidenta de ese medio de prensa, Bernarda Llorente, el Sumo Pontífice aseveró que las guerras son siempre una derrota y abogó por un diálogo universal y una seguridad integral que permitan acabar con los enfrentamientos en todo el orbe.
De una crisis se sale para arriba y eso no se logra solo. Me preocupa cuando los problemas se encierran hacia adentro. A veces los jóvenes se aferran a milagros. El Mesías es uno solo y nos salvó a todos. Los demás son todos payasos, señaló en respuesta a una pregunta sobre la expansión de fuerzas de ultraderechas respaldadas por un voto basado en la decepción.
Le tengo miedo a la indiferencia porque es una especie de abulia cultural. Que pase esto o aquello mientras el flautista sigue tocando y los pueblos, ahogándose. Las grandes dictaduras nacen de una flauta, de una ilusión, un encanto del momento, añadió.
Asimismo, indicó que las identidades o pensamientos únicos anulan la riqueza humana, la cual contempla tres lenguajes: el de la cabeza, el corazón y las manos.
Por otra parte, destacó la dignidad del trabajo y consideró que la explotación es la traición más grande y uno de los pecados más graves.
Verdugo no es solamente aquel que mata a una persona, sino también el que explota. El trabajo es con derechos o es esclavo, apuntó.
El Papa afirmó que la dominación y el abuso son causantes de las guerras, al igual que las dictaduras y las intenciones de expandir el territorio y ocupar el ajeno.
Reiteró que para resolver esos conflictos es necesario dialogar, pero teniendo conciencia de la propia identidad.
Cuando eso sucede, se puede dar pasos hacia un acuerdo, al progreso, al caminar juntos. Si no ocurre, uno asume lo que le parece y en el fondo traiciona la cultura de su pueblo, de su país y familia, dijo.
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