Para llegar a la decimosexta final de este tipo de competición, los dos equipos tuvieron campañas opuestas.
El Fluminense, apodado Tricolor, llega motivado de una clasificación heroica en las semifinales contra el Internacional. Fueron seis juegos de mata-mata (decisivos), cuatro victorias y dos empates.
En general, desde que avanzó para la finalísima, jugó seis partidos por el torneo Brasileirão, perdió cuatro, igualó uno y ganó uno.
Boca Juniors entra en esta final sin ganar ningún duelo mata-mata. Resultaron seis cotejos y seis empates, con la clasificación llegando a través de los penales.
Desde la clasificación para la decisión, los llamados Xeneizes jugaron cinco partidos, ganaron uno, empataron dos y perdieron dos.
Los dos equipos son viejos conocidos en la lid y tienen un historial de grandes confrontaciones. Sin embargo, en el más reciente, los argentinos se llevaron la mejor parte.
En la Libertadores 2012, Flu y Boca midieron fuerzas en cuatro oportunidades, pues ambos cayeron en el mismo grupo en la fase inicial, y también se cruzaron en los cuartos de final, cuando los argentinos acabaron eliminando el Tricolor.
Ante la posibilidad de actos violentos por la tradicional rivalidad y animosidad entre los fanáticos de ambos clubes, la Prefectura de Río montó un gran esquema de seguridad por las calles cariocas.
Cientos de agentes del Batallón de Rondas Especiales y Control de Multitud y de la Policía de Choque realizan patrullaje reforzado de la costa y cuentan con el apoyo de aeronaves.
Brasil y Argentina figuran como los dominadores del torneo sudamericano, con 47 títulos de los 63 disputados hasta el momento.
Sin embargo, en las finales, el balance es favorable para los clubes argentinos, con nueve trofeos frente a seis de los brasileños.
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