Desde la postura oficial, reportes de la agencia angoleña de prensa (Angop) aseguran que el Programa de Privatización (Propriv) responde al objetivo de reducir la intervención del estado en la economía, al fortalecer la gestión y la capacidad de las empresas.
La meta del ejecutivo para 2022 es completar el paso a manos privadas de 195 activos públicos o con participación estatal, en esferas como telecomunicaciones, industria, banca, petróleo, recursos minerales, aviación y seguros.
Entre las entidades figuran varias de las principales compañías del país: la petrolífera Sonangol, la Transportadora Aérea Angoleña (TAAG) y la empresa nacional de exploración y comercialización de diamantes Endiama.
El Propiv, reseñó Angop, está en línea con el Programa Nacional de Desarrollo 2018-2022 y se enmarca en el ámbito de la Reforma de las Finanzas Públicas, con miras a promover la estabilidad macroeconómica, incrementar la productividad de la economía y lograr una distribución más equitativa del ingreso nacional.
En su sección de opinión, el periódico Jornal de Angola publicó hoy un artículo sobre el tema, suscrito por el investigador angoleño Elano da Fonseca Sicato, del Instituto Superior de Economía y Gestión de la Universidad de Lisboa. Al decir del experto, un buen número de economistas y empresarios nacionales creen que privatizar y eliminar los subsidios constituye la llave mágica para la salvación de las empresas públicas, en un contexto de persistente estancamiento del Producto Interno Bruto.
Lejos de ser original, opinó, es una visión que encuentra su eco en las rachas neoliberales que soplaron en las economías industrializadas después de la Segunda Guerra Mundial, puestas de manifiesto luego en estados del antiguo bloque socialista, y más tarde en países en vías de desarrollo, especialmente en los de bajos ingresos.
De acuerdo con el analista, en los más variados ámbitos de la vida pública nacional no pocos actores comparten la misma retórica, según la cual la privatización representa un instrumento para mejorar el desempeño de la economía.
Sin embargo, el estudio sobre las realidades africanas, asiáticas y latinoamericanas en el transcurso de décadas recientes, ‘nos convence de que esta es una verdad incompleta y, por tanto, una perspectiva excesivamente limitada y, en ocasiones, extremadamente engañosa’, estimó.
Los efectos macroeconómicos reales, señaló, permanecen oscuros, faltando evidencias suficientes desde el punto de vista metodológico para sustentar el impacto económico las privatizaciones a largo plazo.
La lectura simplista de que la privatización, inexorablemente, conduce a una mayor eficiencia económica, ‘es al menos peligrosa’, juzgó.
Al decir de Fonseca Sicato, en este debate, es preciso mayor precisión cuando se pretende pasar de la teoría al análisis empírico, explorando el alcance y los determinantes de las privatizaciones en los países en desarrollo, así como la relación entre privatización y crecimiento económico.
La dinámica, pero turbulenta historia del capitalismo, acotó, desmiente cualquier ‘mano invisible’ del mercado para salvar a las economías.
En países con altos niveles de asimetría regional, apuntó, las empresas públicas pueden representar instrumentos útiles en el esfuerzo por trasladar la inversión a regiones menos desarrolladas.
El asunto de las privatizaciones en Angola también genera debates en redes sociales y publicaciones digitales independientes, pero nadie podría asegurar que todos los cuestionamientos al gobierno responden al legítimo interés de salvaguar los intereses de la nación y mejorar las condiciones de vida del pueblo.
Voces institucionales condenaron, incluso, la difusión de noticias falsas, mientras partidos opositores tratan de sacar el mayor dividendo político a las reales carestías de los angoleños, cuando el Instituto Nacional de Estadística ubica a más del 40 por ciento de los habitantes en situación de pobreza.
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