Esa causa junto a la reducción en los aerosoles, provocarían demoras en la producción de cultivos, intensas olas de calor y el empeoramiento de los incendios forestales, precisó la científica atmosférica del Pacific Northwest National Laboratory de Estados Unidos Ruby Leung, coautora del estudio divulgado.
‘Históricamente, no hemos tenido mucho éxito en identificar la huella de la actividad humana en el ciclo hidrológico. Este estudio muestra que, sí, el inicio tardío de las lluvias monzónicas, junto con el calentamiento futuro proyectado por los modelos climáticos, ya ha surgido’, enfatizó Leung.
La investigación reveló que el retraso de la lluvia es causado por una atmósfera cada vez más húmeda debido al el efecto invernadero, de ahí el aumento de la cantidad de energía necesaria para calentar esa capa gaseosa a medida que la primavera se convierte en verano.
Para comprender mejor ese proceso, el científico de la Tierra y primer autor, Fengfei Song, explicó que cuando hay más vapor de agua en la atmósfera, se vuelve más parecido al océano.
‘Y sabemos que el océano tarda más en calentarse que la atmósfera. Más humedad significa que la atmósfera tardará más en absorber energía y producir lluvia’, agregó.
Por otra parte, la publicación científica recordó que los aerosoles generados por humanos, como las partículas producidas por la quema de combustibles fósiles, tienden a reflejar la luz solar, enfrían la atmósfera y socavan la tendencia al calentamiento causada por los gases de efecto invernadero.
A medida que las concentraciones de aerosoles continúan disminuyendo debido a los esfuerzos por mejorar la calidad del aire, parte de ese efecto de enfriamiento se pierde y aumenta tanto el calentamiento como el retraso de las lluvias monzónicas en las últimas décadas, según el estudio.
Por primera vez, fue proyectado ese retraso a través de modelos climáticos hace aproximadamente una década y, mediante el uso de ocho conjuntos de datos de observación y 243 simulaciones realizadas a través de múltiples modelos, se demostró la demora de las precipitaciones en la primavera en el hemisferio norte.
La variabilidad decenal de la temperatura de la superficie del mar, entre otros factores, también pudo contribuir al cambio estacional, concluyó la investigación.
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