Asimismo, con esta efeméride se tiene como finalidad concienciar acerca del alcance de los anticoagulantes, así como subrayar la importancia de los tratamientos médicos para evitar complicaciones de salud.
Un paciente anticoagulado es aquella persona con antecedentes de valvulopatías o síndrome coronario agudo, que toma medicamentos bajo prescripción médica para impedir la coagulación de la sangre y con ello la consiguiente ocurrencia de embolias y trombosis venosas o arteriales.
Los anticoagulantes son fármacos para inhibir o retrasar el tiempo de coagulación de la sangre, previniendo la formación de coágulos y su circulación por el torrente sanguíneo.
Estos medicamentos reducen el riesgo de infartos de miocardio, accidentes cerebrovasculares y obstrucciones en las arterias y venas, entre otras enfermedades, evitando la formación de coágulos sanguíneos o que estos aumenten de tamaño.
Sin embargo, no pueden disolver los coágulos formados con anterioridad.
Las personas que deben seguir un tratamiento anticoagulante son aquellas a quienes les reemplazaron una válvula cardíaca y sufren de fibrilación auricular, flebitis, embolia pulmonar, trombosis, insuficiencia cardíaca y obesidad.
Algunos efectos secundarios o contraindicaciones de los anticoagulantes son la distensión abdominal, gases intestinales, náuseas y vómitos, diarrea, pérdida del apetito, hematomas frecuentes, ictericia, urticaria o comezón y caída del cabello.
En el diagnóstico de pacientes con este tipo de problema se realiza un análisis de sangre para medir el tiempo de coagulación sanguíneo, así como una resonancia magnética y una flebología, a fin de identificar la ubicación de los coágulos de sangre en el organismo.
Se recomienda a estos individuos no consumir bebidas alcohólicas ni cigarrillos, seguir una dieta balanceada, ingerir dosis de vitamina K contenida en alimentos como hígado, pescado, brócoli, espinaca, coliflor y col, entre otros.
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