Como sucede todos los años durante la primavera austral, el Centro Cultural Estación Mapocho recibió a un numeroso público de todas las edades que acudió a conocer las más recientes novedades literarias o adquirir textos de autores cargados de historia.
Eduardo Castillo, presidente de la Cámara Chilena del Libro, narró a Prensa Latina que la feria nació en 1981, en plena dictadura militar, a pocas cuadras de la estación y pronto el lugar quedó chico ante la gran acogida de lectores y escritores.
Soñamos entonces en instalarnos aquí, en la que fue una gran terminal de trenes desde donde se podía viajar al norte y al sur del país e incluso hasta Buenos Aires, Argentina, y estaba abandonada hacía varios años, explicó.
En 1989 se hizo la primera feria en la Estación Mapocho y poco después, ya con el gobierno de Patricio Aylwin, se convirtió en un centro cultural y sede permanente del encuentro anual del libro.
La edición 42 de Filsa tuvo este año como invitada de honor a Panamá, que llegó aquí con ejemplares de los más grandes escritores del país, entre ellos el poeta nacional Ricardo Miró, la doctora Rosa María Brittón y el novelista y académico Luis Pulido Ritter.
Decenas de empresas editoriales engalanaron las instalaciones, entre ellas la denominada Ocho Libros, con un contenido primordialmente social y político de corte progresista.
De acuerdo con Esteban Vidal, representante de la firma, la experiencia en esta edición 42 fue muy gratificante porque pudieron constatar un gran número de público interesado por el arte de la lectura directa del libro.
Eso es muy importante hoy día, precisó, cuando mucha gente está condicionada y atrapada por las redes sociales o con la búsqueda instantánea a través de internet, donde creen poder encontrar todos los conocimientos.
Otra editora independiente presente en Filsa fue Mis Raíces, dedicada a divulgar la cultura chilena, sus tradiciones, leyendas, artesanías y la producción literaria de los pueblos originarios, entre ellos los mapuche y aymaras.
Sus obras están dirigidas particularmente a niños y jóvenes y resaltó entre sus estantes el volumen titulado “Más sabe el diablo por viejo… y no siempre por diablo”, una colección de cinco leyendas rurales de Chile.
Durante la semana de actividades de Filsa hubo presentación de libros, diálogos con autores, seminarios, visitas dirigidas a escolares, e incluso, funciones especiales de la Fundación Circo Nacional de Chile.
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