La diana de la victoria la marcó en el minuto 63 de cabeza Nicolás Otamendi, quien dio un salto felino por encima de dos jugadores brasileños para convertir en un manicomio el legendario estadio Maracaná, en Río de Janeiro.
Con esta derrota, la Verdeamarelha suma tres consecutivas y el descalabro, por lo visto, podría conllevar al despido del director técnico interino, Fernando Diniz.
El encuentro en el Maracaná estuvo demorado durante 27 minutos por la represión policial contra hinchas en las tribunas.
La policía utilizó la fuerza con bastones y los jugadores de la Albiceleste fueron a los palcos para impedir los golpes contra los argentinos.
Ante los incidentes, el capitán de Argentina, el astro Lionel Messi, convidó a los jugadores a irse al vestuario con la idea de suspender el juego si no frenaban las agresiones.
Tras la calma, comenzó la clásica confrontación. En los primeros 22 minutos de juego, Brasil acumuló en la grama 10 infracciones. Argentina empezó mejor, pero al final los anfitriones se mostraron un poco más incisivos.
Después del descanso, se abrió el cotejo y hubo más emociones con una serie de cambios en los dos equipos. Hasta Messi abandonó.
La Albiceleste con su triunfo le quitó el invicto a la pentacampeona mundial jugando de local por las eliminatorias sudamericanas. Brasil, sumida en una crisis, encajó su primera derrota en toda su historia.
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