En el actual contexto, la agencia detendrá la entrega de ayuda para el venidero diciembre mientras que en enero suspensión se ampliará a 1,4 millones de personas en todo Chad, incluidos los recién llegados de Sudán.
La noticia representa un grave problema para millones de personas que ya se enfrentan a la inseguridad alimentaria y desnutrición, especialmente niños, como consecuencia del impacto de la crisis climática y el desfavorable orden económico global.
La nación africana experimenta además un alza en los precios de los alimentos y los combustibles, la disminución de la producción agrícola y las tensiones entre comunidades.
Mientras tanto, la actual crisis de refugiados aumenta la presión sobre las comunidades aquejadas de inseguridad alimentaria que ya luchan por salir adelante.
Una evaluación reciente del PMA reveló que el 40 por ciento de los desplazados internos tienen un consumo deficiente de alimentos, una disminución importante respecto del 14 por ciento en 2022.
Un gran número de estos desplazados están recurriendo a medidas desesperadas, como vender sus pertenencias o mendigar.
De acuerdo con estimaciones de la agencia de Naciones Unidas, se necesitan con urgencia 185 millones de dólares para garantizar un apoyo continuo a las poblaciones afectadas por la crisis en ese país durante los próximos seis meses.
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