En ese proceso, que debe ser mesurado, realista y sostenible, añadió en su carta semanal, uno de los principios rectores es que en ese proceso nadie en la sociedad puede quedar atrás.
Una parte central de la respuesta de Sudáfrica a la crisis causada por el calentamiento global, recordó en el texto, es el Plan de Inversión para la Transición Energética Justa (JET) 2023-2027.
El Plan, que anunciamos en la COP27 el año pasado, describe el camino hacia la reducción de las emisiones de carbono de nuestro sector energético, que es el mayor contribuyente a las emisiones totales de gases de efecto invernadero de Sudáfrica, añadió el presidente.
Éste se centra, desde el punto de vista técnico, detalló, en la inversión en infraestructura eléctrica, vehículos de nuevas energías, hidrógeno verde, desarrollo de habilidades y distribución de electricidad municipal.
Esa guía de acción, agregó Ramaphosa, destaca que la transición debe estar respaldada por el compromiso y la colaboración con los trabajadores, las comunidades, las empresas y la sociedad civil.
Es importante destacar, resaltó, que el plan también incluye intervenciones para apoyar a las comunidades afectadas, en particular en la provincia de Mpumalanga, donde se encuentran la mayoría de las centrales eléctricas de carbón de nuestro país.
En ese sentido, reveló, el mensaje primordial que Sudáfrica llevó a la COP28 es que los compromisos climáticos nacionales se implementarán de una manera que aborde la actual crisis energética del país y fortalezca los esfuerzos para reducir la pobreza y el desempleo.
Pero si vamos a implementar las acciones descritas en el Plan de Inversión necesitaremos –como todas las demás economías en desarrollo– un apoyo financiero masivo de aquellos países cuyo desarrollo ha sido la causa principal del cambio climático, enfatizó Ramaphosa.
En ese sentido, destacó, los países que más han contribuido al calentamiento global deben apoyar a aquellos que ahora soportan la peor parte de sus efectos.
En la COP28, en Dubái, prosiguió el presidente, Sudáfrica expresó su preocupación porque las economías desarrolladas aún no cumplen con sus obligaciones de apoyar a los países en desarrollo con las finanzas, la tecnología y el desarrollo de capacidades necesarios para acciones climáticas efectivas.
La financiación que se ha canalizado a través de entidades como el Fondo Verde para el Clima y el Fondo de Adaptación, denunció, ha sido insignificante.
Para que la transición hacia economías bajas en carbono sea justa, las comunidades afectadas no pueden vivir de promesas, resumió.
Los trabajadores y las comunidades que actualmente dependen de las industrias del carbón y otros combustibles fósiles, dijo, necesitan medios de vida alternativos viables.
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