Las bajas tasas de los gravámenes al alcohol y los refrescos carbonatados ponen de relieve que «la mayoría de los países no están utilizando los impuestos para incentivar comportamientos más saludables», estimó el organismo.
Según el análisis, 108 Estados aplican exigencias tributarias particulares a las bebidas azucaradas y 148 al alcohol; sin embargo, los vinos están exentos de tales obligaciones en 22 países, la mayoría de ellos pertenecientes a Europa.
A escala global, la proporción de los impuestos especiales en el precio de la marca de cerveza más vendida es, por término medio, del 17 por ciento y del 26,5 por ciento para la marca más vendida del tipo de bebidas espirituosas.
Aumentar un 50 por ciento los impuestos a las bebidas alcohólicas podría salvar 21 millones de vidas en medio siglo y generar 17 mil millones de dólares anuales en ingresos fiscales adicionales, señaló la OMS a partir de un estudio realizado en 2017.
Gravar los productos poco saludables genera poblaciones más sanas y tiene un efecto dominó positivo en toda la sociedad: menos enfermedades y debilitamiento e ingresos para que los gobiernos presten servicios públicos, opinó el director de Promoción de Salud de la OMS, Rudiger Krech.
En el caso del alcohol, abundó, los impuestos también ayudan a prevenir la violencia y las lesiones por accidentes de tráfico.
De acuerdo con la OMS, cada año mueren en el planeta 2,6 millones de personas a causa del consumo de alcohol y más de ocho millones debido a dietas poco saludables.
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