Desde la Región de Valparaíso hasta Magallanes, en el centro y sur del territorio nacional, hubo condiciones de superávit de precipitaciones, en particular en Curicó, Coyhaique y Chillán, señaló Catalina Cortés, encargada de la Oficina de Servicios Climáticos.
La especialista de la DMC indicó que en Curicó cayeron en agosto 317 milímetros, lo cual lo ubica como el segundo más lluvioso de los últimos 74 años.
Sin embargo, estas condiciones no bastan para poner fin a la prolongada sequía que vive Chile desde 2007 y, en general, la temporada 2023 debe tomarse como un pequeño paréntesis, precisó Cortés.
Para superar la carencia del líquido vital debieran ocurrir varios años seguidos con las mismas características del que está por terminar.
Si bien el déficit es una consecuencia de la crisis climática global, en Chile está agravada por el régimen de propiedad privada de muchas fuentes, aplicado desde la dictadura militar (1973-1990).
De acuerdo con diversos estudios este es uno de los países con mayor nivel de privatización del agua del mundo, con el 80 por ciento de los recursos en manos de los particulares.
Grandes empresas mineras, de energía y agrícolas consumen cantidades irracionales de líquido, en un país tradicionalmente seco.
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