La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) estimaron en medio millón los desplazados por esa zona durante 2023 al tiempo que demandaron una respuesta regional solidaria para enfrentar el flujo.
«Los desafíos que plantean los movimientos de población sin precedentes en las Américas son formidables; ningún país por sí solo está equipado para abordarlos», reconoció Filippo Grandi, alto comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados.
El representante urgió a la colaboración de todas las partes interesadas con un enfoque colaborativo basado en rutas para apoyar a los migrantes de manera efectiva.
La cifra más reciente representa más del doble de los cruces realizados durante 2022.
Las agencias de la ONU reconocieron la importancia de ampliar el reasentamiento de refugiados y las vías de migración regular para salvar vidas y aprovechar el potencial de desarrollo asociado a la migración.
“Los migrantes y refugiados son poderosos motores del desarrollo y de comunidades y sociedades más fuertes y diversas”, dijo por su parte Amy Pope, directora general de la OIM.
Los datos recopilados por ONU aseguran que la mayoría de los que se desplazan proceden de Venezuela, Haití y Ecuador, así como de otros países de América del Sur y el Caribe.
En tanto, otros vienen de lugares más lejanos, como África subsahariana, Asia y Oriente Medio.
El Tapón del Darién es una región de bosque tropical densa y desafiante que se extiende por más de 575 mil hectáreas a lo largo de la frontera entre Panamá y Colombia.
La zona es común en la ruta de viajeros desde el sur del continente con destino a Estados Unidos.
Entre otros riesgos, los desplazados enfrentan enfermedades, peligros naturales, violencia sexual y de género, robos y secuestros.
Otros resultan víctimas de traficantes de personas que los obligan a pagar sumas de dinero exorbitantes.
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