El llamado a encontrar un consenso en torno a los combustibles fósiles marca el cierre de la COP28, en la cual el secretario general de la ONU, António Guterres, afirmó este lunes que su éxito pasa lograr un acuerdo sobre el tema, aunque este proceso se haga a diferentes velocidades según cada país.
Guterres aseguró que “los ministros y negociadores deben ir más allá de las líneas rojas arbitrarias, las posiciones atrincheradas y las tácticas de bloqueo», e instó a los países a «negociar de buena fe y estar a la altura de las circunstancias».
Subrayó que en un mundo fracturado y dividido, la COP28 puede demostrar que el multilateralismo sigue siendo la mejor esperanza para afrontar los retos mundiales.
La cita debe presentar el documento que guiará la política climática de los próximos años, tras dos semanas de negociaciones y borradores, sobre el cual se comentó en la penúltima jornada que evita cualquier referencia a la eliminación gradual de los combustibles fósiles, principales responsables del cambio climático.
En su lugar, según las primeras reacciones, el Balance Global es más suave y únicamente habla de “reducir tanto el consumo como la producción de combustibles fósiles, de manera justa, ordenada y equitativa, a fin de alcanzar el objetivo de cero emisiones netas antes de 2050 o en torno a esa fecha, de conformidad con los conocimientos científicos». De materializarse el acuerdo para poner fin a los combustibñes fósiles será la primera vez que una COP aborde este tema de forma directa.
La COP28 también pudiera ser la primera que empezó a concretar la financiación climática y el fondo de pérdidas y daños ocasionados por el cambio climático, aunque no de manera completa.
Aún hay países, como los africanos, que reivindican acciones concretas para la financiación de la adaptación en el continente. Todo ello sin olvidar que la financiación debe ser más equitativa y justa.
Para el secretario ejecutivo de ONU Cambio Climático, Simon Stiell, la mayor ambición climática significa más empleo, una economía más sana, un crecimiento económico más fuerte, menos contaminación, mejor salud.
Entre el 30 de noviembre y el 12 de diciembre, más de 70 mil personas se reunieron en Dubái para asistir a un evento trascendental para el futuro de la humanidad que arrancó plagado de esperanzas y contradicciones, tras un año marcado por extremos climáticos cada vez más graves, por lo que son muchos los que esperan ver florecer el pacto climático más importante desde el Acuerdo de París.
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