Si tenemos en cuenta que dentro de las seis mil 291 micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) creadas en la isla desde su aprobación en noviembre de 2021, solo un 24,4 por ciento de los socios tienen de 18 a 35 años y apenas un 24,6 por ciento son mujeres, no sorprende que la experiencia de Heredia rete las concepciones de los más tradicionales.
Pero la joven empresaria de 30 años asegura que, si bien algunas veces se sintió juzgada por su edad o género, e imaginó frases como esa en la mente de sus colegas, no ha sido la generalidad y no supuso de ningún modo una traba para sacar adelante el emprendimiento.
Graduada de la Facultad de Economía de la Universidad de La Habana en 2015 y profesora de esa institución desde aquel momento, Heredia cofundó Beyond Roots en diciembre de 2016 para ir más allá de las raíces de la cultura afrocubana desde diferentes perspectivas, como indica la traducción al español del nombre del proyecto.
El objetivo es visibilizar el papel que juega lo afro en la identidad, a partir de reconocer que Cuba es el resultado de una mezcla de razas, de culturas y que acá el que no tiene de Congo, tiene de Carabalí.
“Queremos deconstruir estereotipos raciales, abogamos por prácticas de consumo responsable y por el uso de productos naturales para el cuidado del cabello y la piel”, explica a Prensa Latina.
Para ello, comenzaron con experiencias turístico-educativas en la plataforma Airbnb, destinadas a personas que venían a Cuba con un interés particular en conocer sobre esta faceta de la idiosincrasia del país, pero el proyecto creció muy orgánicamente.
“Aquellos primeros pasos nos llevaron a entender otro problema: la carencia de suvenires que de una manera u otra conectaran a las personas con ese conocimiento que adquirían”, cuenta.
Decidieron entonces abrir un espacio donde los turistas encontraran estas artesanías y la idea poco a poco evolucionó, hasta convertirse en una tienda de estilo afro en sentido general, la primera de la nación caribeña.
Luego, en la medida en que la propia emprendedora comenzó a entender y asumir las carencias a las que estuvo sometida durante muchos años por llevar su cabello afro al natural, el proyecto fue ampliándose.
“Pensé que, como yo, habría un montón de chicas que no encuentran los productos adecuados ni los accesorios que quieren utilizar, ni un pulóver que las represente y eduque a las personas por la calle… De ahí que soñamos un espacio donde adquirir turbantes, ropas coloridas, en fin”, relata.
Como parte de ese proceso, comprendieron también que las personas, más que productos, “necesitaban información, orientación y sobre todo, sentirse parte de algo, sentirse acompañados en este proceso que, para las mujeres sobre todo, es complicado porque significa romper con estereotipos, adaptarse a una nueva forma de verte y aprender a amar un cabello que te enseñaron a odiar durante años”.
Entonces, abrieron una tercera línea de trabajo encaminada a la organización de eventos y talleres para promover la estética y la identidad afro, el emprendimiento, las industrias creativas y el consumo responsable. Más adelante, a todo esto se sumó la creación de colecciones propias de ropa y la prestación de servicios de impresiones serigráficas.
“Recientemente tenemos un nuevo bebé: Beyond Roots Salón. Porque claro, si la gente tiene los productos y se siente parte de una comunidad, muchas veces nos solicitaban el servicio de estilizado y atención personalizada al cabello, por lo que nos lanzamos a ese mundo”, destaca.
DE EMPRENDEDORA A EMPRESARIA, LOS DESAFÍOS
Beyond Roots cambió mucho desde que surgió en el 2016 hasta su constitución como pequeña empresa el 13 de mayo de 2022, mas esta nueva etapa no está exenta de desafíos. Para Heredia, el reto mayor fue evolucionar desde el pensamiento de emprendedora hacia el de empresaria, con todo lo que ello implica.
Cuando una es emprendedora tiene el foco puesto en hacer, crear, sacar las cosas adelante, pero ahora debemos asumir la formalidad que supone dirigir una empresa, lo cual conlleva toda una serie de trámites, procesos burocráticos, procedimientos nuevos y reglas contables a las que adaptarse, explica.
Junto a la pequeña empresa, coordinan “Centro de las Raíces”, un Proyecto de Desarrollo Local en la Habana Vieja, que pretende ser un centro integral de promoción de la estética e identidad afro, y otro en Guanabacoa, “Atelier de Corazones”, que está asociado a las confecciones textiles e impresiones serigráficas.
“Ambas formas productivas conviven divinamente. “Centro de las Raíces” agrupa la tienda, la peluquería y en un futuro, un pequeño café; digamos que es la parte enfocada en satisfacer las necesidades de la comunidad, brindar servicios a la gente; mientras que la pyme está centrada en la parte productiva y su público es el sector empresarial”, amplía.
Por supuesto, no siempre es fácil. Según Heredia, emprender en sí ya es un reto, no solo en Cuba, sino en el mundo entero. Entre los desafíos que encuentran en la isla están las dificultades para acceder a divisas, materias primas y encontrar fuerza de trabajo calificada.
Acceder a divisas es muy difícil a no ser que exportes directamente, lo cual parte del supuesto de que todos los emprendedores en Cuba tienen la capacidad suficiente para exportar, indica.
Pero hay que tener en cuenta las barreras existentes en la entrada hacia los mercados exteriores, la escalabilidad del proyecto para hacer las producciones masivas que requiere el comercio exterior y, de otro lado, aunque tengas los fondos en CUP a fin de escalar a esa magnitud, la mayoría de los insumos y de las maquinarias se adquieren en dólares, detalla.
Por otra parte, está la dificultad para acceder a insumos. “No solo de importación, adquirir cualquier tipo de insumos para tu emprendimiento, que puede ir desde café o papel sanitario hasta pullovers para imprimir los diseños, con lo cual se generan constantemente cuellos de botella en la producción o ineficiencias en el servicio que se ofrece”, comenta.
Además, resulta muy complejo encontrar fuerza de trabajo calificada en el mediano y largo plazo. “La fluctuación laboral, que imagino no sea un problema solamente de los emprendedores, sino a nivel país, es extremadamente alta”.
DEL ROL SOCIAL A LA FUNCIÓN COMERCIAL, Y DE VUELTA
Beyond Roots aspira todo el tiempo a tejer vínculos entre la actividad comercial y la vocación social. Probablemente por ello, sus mensajes invitan a las personas a deconstruir estereotipos, a encontrarse, a sentirse libres, a desaprender todos los estándares inculcados.
“Lo hacemos desde el conocimiento de un proceso que nosotros también vivimos de forma personal”, asegura Heredia.
Pero defiende, no obstante, que son un emprendimiento. “Más allá de que muchas personas nos consideren un proyecto por el impacto social que hemos tenido, realmente nacimos con el fin de realizar una actividad comercial y eso no se contrapone con los valores y los conceptos que transmitimos a la comunidad”.
El emprendimiento no es algo malo, es lo que somos, lo que nos permite crecer a nivel individual y como equipo, ser sostenibles. Si alrededor de nuestra actividad comercial también generamos todo un impacto social, pues espectacular, insiste.
El rol educativo comienza cuando alguien llega a la tienda y le enseñan sobre su cabello, su textura, su forma de cuidarlo; cuando empiezan a borrar de su vocabulario palabras que reproducen estereotipos, pero está igualmente en los eventos que organizan, agrega.
“Ese rol va también de ponerte un pullover que dice Yo amo mis rizos y salir con tu melena toda orgullosa, caminando por la calle. En ese momento, te conviertes en un educador porque envías un mensaje fuerte y contribuyes a deconstruir cualquier concepción negativa que exista alrededor de los rizos”, comenta.
Poseen además una postura marcada con relación a la racialidad que está enfocada sobre todo hacia las mismas personas, hacia la comunidad afrodescendiente, a partir de que ellos reconozcan, se identifiquen, se conecten con quienes son a nivel esencial y florezcan. “Ahí va nuestro principal aporte, nuestra esencia”.
Adriana Heredia reconoce que muchas veces la inexperiencia asociada a su juventud le pasó factura en ámbitos empresariales. “A veces pienso que estoy manejando un emprendimiento con un montón de gente contratada y siento que todavía arrastro la inmadurez de la juventud”.
Pero está convencida de que los jóvenes tienen muchísimo que aportar a Cuba, ideas novedosas, frescura, también desde el sector privado.
“Creo que el emprendimiento cambia vidas, empodera, funciona como un motor de cambio a nivel económico y social”, dice en esta suerte de entrevista apurada. Y no se detiene, sigue creando, buscando más allá de las raíces para hacer a otros florecer.
arb/att