Sumergido en confrontaciones políticas y dificultades sociales por el arribo de migrantes indocumentados, además de sustanciales dificultades económicas secuela de la pandemia de Covid-19, el país sufrió una enorme contracción en los ingresos de la industria sin humo.
Pero el sol siempre sale y durante el año en curso lo que alguna vez fue Cartago, rival del Imperio romano, registró en sus torniquetes la llegada de ocho millones 800 mil visitantes que por supuesto fueron más que bienvenidos.
El boom es tal que fuentes en el Ministerio de Turismo, cuya aspiración en 2023 era recuperar el 80 por ciento de las llegada de 2019, ahora contemplan la posibilidad que los resultados de este año sean superiores a los del cuatrienio anterior, cuando el planeta no sospechaba que un virus letal mataría a millones de sus pobladores.
La tendencia, que es lo importante tanto en política, como en economía, muestra un ritmo ascendente y aunque los funcionarios del turismo son prudentes mencionan la posibilidad de que para el 31 de este mes los arribos de visitantes asciendan a nueve millones 600 mil.
En términos de ingresos las estadísticas también son halagüeñas: hasta el pasado día 10 estaban en unos dos mil millones de euros, cifra excepcional según los informantes, sin ser definitiva, pues otra superior en varios cientos de miles de euros es posible para fin de año.
Semejantes ingresos permitirán al país enfrentar las deudas contraídas por la necesidad de importar alimentos debido a la sequía que lo azota y el aumento de precios de los carburantes y otras mercancias derivados del conflicto entre Rusia y Ucrania.
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