Según los investigadores del Instituto Tecnológico de Georgia (Estados Unidos), ellas sufren una transformación cuando sentimos asco, estamos enfadados o simplemente alegres.
Para muchos las pupilas solo eran capaces de adaptarse a los cambios de luz, pero los expertos aseguran que existe una correlación entre el tamaño de ellas y el coeficiente intelectual.
Los científicos midieron primero la capacidad de razonamiento lógico para resolver problemas, en segundo lugar, fue probada la memoria de trabajo, la cual nos da la posibilidad de retener datos durante largo tiempo, para luego analizar la concentración.
Tras las pruebas resultó que las personas con pupilas más grandes obtuvieron mejores resultados en los test, aseguran los expertos citados por la revista ScienceDirect.
Los especialistas explicaron que el control del tamaño de la pupila ocurre en el locus cerúleo, una zona del tallo cerebral, y el mismo coordina la comunicación cerebro-cuerpo, controla la capacidad de aprendizaje, la atención, la concentración y la memoria.
Si el locus cerúleo funciona a la perfección aumenta la capacidad mental y las pupilas se agrandan.
De no funcionar bien, la coordinación de la actividad cerebral se ve enormemente afectada, y tal aspecto negativo podría ser una señal de alerta para trastornos por déficit de la atención y la enfermedad de Alzheimer.
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