Este martes los caravanistas, que la nombran “Éxodo de la pobreza”, entran en su tercer día de recorrido y hasta anoche tenían acumulado más de 30 kilómetros y promedian siete horas diarias de caminata pues en la zona del sureste no hay el intenso frío del resto de México, y allí los castiga el sol con hasta 30 grados centígrados.
El problema no está solamente en la cantidad de kilómetros a recorrer a pie y con calor, sino hacerlo, además, cargados de enseres, y maletas de ropa para vestir y dormir, e incluso con incómodos bultos para tiendas de campaña.
Los testimonios que recogen diarios como La Jornada son conmovedores. Tal es el caso, por ejemplo, de la hondureña Bertha del Cid quien dice que es demasiado difícil, bien duro venir caminando así con maleta y con un niño de tres años y asmático a quien lleva en carriola.
Gente de la caravana no tienen mucha esperanza de que de una reunión de alto nivel mañana encabezada por los secretarios de Relaciones Exteriores de México, Alicia Bárcena, y de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, salga alguna disposición que los ayude.
Más bien están temerosos, pues conocen que el presidente Joe Biden está siendo muy presionado por las bancadas republicanas de ambas cámaras para que refuerce sus medidas contra los migrantes a cambio de más apoyo en armas y dinero a Ucrania para que siga la guerra con Rusia.
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