Activistas locales citados por medios de prensa aquí informaron que una andanada de cohetes apuntó contra los uniformados norteamericanos desplegados en las instalaciones del campo petrolero Al-Omar, en la provincia de Deir Ezzor, a unos 450 kilómetros al nordeste de esta capital.
De acuerdo con las fuentes, una similar acción con una salva de misiles impactó contra la base denominada Green Village, en la misma gobernación.
De igual manera, varios drones kamikazes apuntaron contra el aeropuerto agrícola de Khirab Jir, en la provincia de Hasakeh, que fue convertido en 2016 en una base aérea estadounidenses.
Por medio de tres comunicados emitidos por separado, la autodenominada Resistencia Islámica en Iraq reivindicó la autoría de estos ataques y aseguró que son en respuesta al apoyo estadounidense al genocidio que comete Israel contra el pueblo palestino en la Franja de Gaza.
Las bases militares norteamericanas en Siria e Iraq fueron atacadas 130 veces en los últimos meses, declaró el secretario de prensa del Pentágono, Patrick Ryder.
Según la información presentada, 53 de los ataques fueron en las instalaciones militares en Iraq y 77 en Siria. Las incursiones con drones, cohetes, morteros y misiles han herido a 66 soldados estadounidenses.
Washington mantiene una quincena de bases en territorio sirio sin el consentimiento del Gobierno de Damasco, ni la aprobación de las Naciones Unidas.
Siria denunció repetidamente esta presencia, la que calificó de ocupación, y aseguró que la actuación de los militares estadounidenses en el territorio nacional incentiva la actividad terrorista y apunta a desestabilizar el país y saquear sus riquezas.
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