Por Elizabeth Borrego Rodríguez
Corresponsal jefa en Naciones Unidas
La llegada de las hostilidades entre el ejército sudanés y su rival militar, las Fuerzas de Apoyo Rápido, a Wad Madani deterioró aún más la situación de civiles provenientes de Jartum y otras demarcaciones afectadas por la violencia.
Esa urbe, la segunda más grande del país y situada a unos 140 kilómetros al sureste de la capital, fue antes del 15 de diciembre la parada de miles de sudaneses en busca de seguridad.
De acuerdo con la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), el aumento de los combates hacia esa zona provocó la salida de más de medio millón de personas, una cifra que sigue en ascenso e incluye a muchos que ya habían abandonado antes sus hogares.
Sin embargo, el total de desplazados desde el inicio de la crisis podría superar los 7,4 millones de personas, lo que demanda un impulso urgente en la financiación y el compromiso para abordar la situación humanitaria.
El contexto para la población desplazada exige atención mundial urgente y un alto el fuego inmediato, aseguró la directora general de la OIM, Amy Pope, tras confirmar personalmente el impacto devastador durante una reciente visita al este de Chad.
Ese organismo estima que seis millones de personas abandonaron sus hogares y huyeron a otras partes de Sudán desde que se inició la crisis, mientras que 1,7 millones de civiles han buscado refugio a través de las fronteras de Sudán del Sur, Chad, Etiopía, Egipto, la República Centroafricana y Libia.
“Se necesita urgentemente un alto el fuego para que la gente pueda reconstruir sus vidas con dignidad. No debemos dar la espalda al sufrimiento de millones de personas afectadas por un conflicto tan devastador”, afirmó Pope.
Ahora, más que nunca, necesitamos todo el apoyo posible para seguir brindando asistencia humanitaria que salva vidas y avanzar hacia la recuperación y soluciones a largo plazo, añadió.
RESPUESTA HUMANITARIA BAJO AMENAZA
La OIM lanzó un llamamiento para recaudar 307 millones de dólares en 2024 con el objetivo de llegar a 1,2 millones de personas afectadas por la crisis, incluidos desplazados internos, refugiados, repatriados y nacionales de terceros países.
Hasta la fecha, esa agencia de Naciones Unidas brindó ayuda a más de un millón de personas en Sudán y países vecinos, con asistencia en efectivo, transporte seguro y apoyo crítico en materia de salud, protección, agua, saneamiento e higiene.
No obstante, expertos del organismo advierten un creciente riesgo para brindar ayuda dentro del país africano a causa de la guerra que estalló en abril de 2023.
Peter Kioy, jefe de la Misión de la OIM en Sudán, calificó como peligrosa la situación a la que se enfrentan el pueblo sudanés y los trabajadores que intentan ayudarles.
“La comunidad humanitaria no tiene capacidad para supervisar o acceder a las zonas a las que huyen o de las que huyen los desplazados, lo que hace que nos resulte realmente difícil garantizar la protección internacional de los derechos que les corresponden”, dijo en una reciente entrevista.
De acuerdo con el enviado, la falta de asistencia sobre el terreno hace aún más vulnerables a los civiles sudaneses.
El acceso sigue siendo uno de los principales problemas para la comunidad humanitaria; necesitamos una entrada más segura para los actores humanitarios, agregó en concordancia con el llamado de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
Las partes en conflicto acordaron permitir el acceso humanitario durante las conversaciones de paz, pero aún no lo han cumplido, denunció el representante de la OIM.
“Recientemente, el conflicto llegó a los estados de Al Jazirah y Nilo Blanco, lo que obligó a los actores humanitarios a irse. Los camioneros no se sienten seguros entrando en algunas de esas localidades para entregar ayuda”, detalló Kioy.
Al menos 45 trabajadores humanitarios murieron o permanecen detenidos desde el inicio del conflicto, mientras la escasez de combustible también afecta el movimiento del personal, los suministros humanitarios y la generación de energía necesaria para las operaciones.
DERECHOS HUMANOS SIN RESPALDO
El Gobierno de Sudán, que tiene la responsabilidad principal de proteger a los civiles, debe tomar medidas concretas para garantizar que pueda llegar ayuda suficiente a todos los necesitados y facilitar el acceso de los convoyes humanitarios, señaló por su parte Radhouane Nouicer, experto en derechos humanos.
El también designado por el alto comisionado de la ONU para monitorear Sudán reconoció que a medida que avanzan los combates, las violaciones de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario no cesan.
Nouicer develó informes horribles de sufrimiento humano, incluidos cientos de sospechas de desapariciones forzadas y múltiples casos de detención arbitraria por ambas partes en el conflicto tras conversar con representantes de la sociedad civil.
Al mismo tiempo alertó del aumento de la violencia y el discurso de odio por motivos étnicos, particularmente en la región de Darfur, donde las Fuerzas de Apoyo Rápido y las milicias árabes aliadas han atacado a la comunidad africana masalit.
También son profundamente preocupantes los informes sobre el reclutamiento de niños y la movilización de civiles en los llamados grupos de resistencia “populares” o la violencia sexual contra mujeres y niñas.
En total, la ONU estima que alrededor de 25 millones de civiles, incluidos más de 14 millones de niños, necesitan asistencia y protección humanitaria.
Sudán, una de las tierras más fértiles, se está quedando sin alimentos y millones de personas se enfrentan al hambre aguda, lamentó el enviado para velar por los derechos humanos.
A pesar de la enorme necesidad, entregar ayuda sigue siendo extremadamente difícil debido a las hostilidades en curso, la inseguridad persistente, los ataques a los trabajadores humanitarios y los obstáculos burocráticos, lamentó.
arb/ebr