Por Luis Beatón
Corresponsal jefe en El Salvador
Cuando se acercan los comicios presidenciales y para miembros de la Asamblea Legislativa, el voto femenino tendrá un peso sustantivo.
Las preferencias de las mujeres salvadoreñas que forman parte del padrón electoral y votan son determinantes para elegir a los funcionarios en el Gobierno. Los partidos políticos deberían tener cuidado en subestimar ese sector de votantes.
Por ejemplo, en la contienda de 2019, el sufragio de las féminas fue mayoritario en el padrón electoral y en general acudieron más a las urnas que los hombres.
Ese año, del total de cinco millones 262 mil 463 personas empadronadas, el 53.3 por ciento eran mujeres, una mayoría que debe aumentar durante la cita en las urnas el 4 de abril próximo.
Sin embargo, ellas no tienen en la sociedad salvadoreña la prominencia que merecen. En la Asamblea Legislativa de 84 miembros, solo 24 féminas son diputadas propietarias contra 60 hombres, una muestra de la desigualdad.
Recientemente fue noticia la liberación de una salvadoreña que pasó varios años en prisión por una emergencia obstétrica en 2015, en la cual su hija no sobrevivió y fue condenada a 30 años de cárcel.
El Código Penal salvadoreño condena a la mujer a una pena de dos a ocho años por aborto en cualquier circunstancia. La liberación no terminó para todas las que aún permanecen tras las rejas y que en algunos casos son procesadas bajo los delitos de homicidio agravado, sin contar las arrestadas bajo el régimen de excepción y que crían hijos tras las rejas.
Evidentemente aquí no pueden defender el derecho a decidir sobre la maternidad ni planificar sus vidas, incluso quienes son violadas; muchas niñas se ven obligadas al parto y sobre ella pesa la ley que puede llevarla a prisión, aunque algunas con solvencia económica viajan al exterior a interrumpir un embarazo.
Según la Agrupación Ciudadana para la Despenalización del Aborto, la exprisionera tuvo un parto en el hospital San Juan de Dios de Santa Ana y su hija “murió a las 72 horas bajo tutela del hospital”, pero el centro no aceptó la negligencia, recordó la organización.
Para la activista Morena Hera, este es un caso en que tarde, pero se hizo justicia, lo cual las impulsa a seguir la lucha porque se siguen negando los derechos sexuales y reproductivos, y cuál mejor momento que con el voto en las urnas por candidatos que representen sus intereses.
“Este es un paso en el largo camino de alcanzar justicia en El Salvador, a pesar de todas las razones se continúan negando derechos sexuales y reproductivos, y en los hospitales públicos siguen persiguiendo, procesando e intentando llevar a la cárcel (a las mujeres)”, denunció.
FEMINICIDIO, OTRO PROBLEMA
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) al abordar este problema señaló en un informe la “persistencia y gravedad” de la violencia femicida en la región, algo en lo que El Salvador es parte importante.
Las cifras revelan que pese a esfuerzos, la violencia de este ámbito en la región no desciende, como lo demuestra una reunión convocada por el presidente Nayib Bukele con su gabinete de seguridad en una madrugada de inicios de 2023 para debatir el auge de los femicidios.
Datos de la Cepal aseveran que en 2022 unas cuatro mil 50 mujeres fueron víctimas de femicidio en 26 países de la región, lo que significa, en promedio, el asesinato de una mujer por razones de género cada dos horas.
“Esto muestra la persistencia y gravedad del femicidio en la región”, apunta el documento, cerrado en noviembre de 2023 y que se basa en los datos más recientes informados por organismos oficiales al Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe.
En muestreo de los 19 países de América Latina que brindaron información, El Salvador comparte con Uruguay el lugar tres en una tabla con 1,6 femicidios cada 100 mil mujeres, solo superado por República Dominicana (2,9) y Honduras (6,0).
Pese a la posición, el documento detalló que sólo tres países -Bolivia, Guatemala y El Salvador- disminuyeron las tasas de femicidio en el período estudiado.
MÁS DESIGUALDADES
En el denominado Pulgarcito de las Américas, en términos generales el hombre no es el compañero que comparte con su pareja labores para muchos “propias” de las amas de casa.
Estudios demuestran que las féminas en este país dedican el 34 por ciento de su tiempo a trabajo no remunerado, espacio en que indudablemente están las labores del hogar y el cuidado de los hijos.
Cifras de la Cepal atestiguan que las del llamado sexo débil laboran en promedio 74 horas semanales, de las cuales un 33.7 por ciento corresponde a tiempo sin salario y un 66.3 por ciento con remuneración para tener la segunda tasa más alta de horas laboradas en la región.
De 15 países analizados, El Salvador tiene la segunda tasa de horas laboradas por las mujeres más alta de la región, solo superado por México que promedia 78, agregó la entidad.
La diferencia es notable con la contraparte masculina que labora seis horas menos en comparación con sus pares y por norma la mayoría de las veces obtienen beneficios económicos un 30 por ciento mayor con igual trabajo y preparación cultural.
La Cepal señaló también que el embarazo temprano es un obstáculo para la autonomía económica de las mujeres, ya que incide en su desarrollo educativo, ingresos y participación en el mercado laboral.
La brecha con relación a los hombres es notable. En El Salvador, las mujeres jóvenes representan un 39 por ciento de la población femenina en edad de trabajar, de las cuales hasta un 35 por ciento no estudia ni trabaja, menos de un cinco por ciento estudia y trabaja remunerado, un 12 solo estudia, y 48 por ciento solo trabaja.
En la acera de enfrente, los hombres jóvenes en edad laboral representan un 42 por ciento de este grupo etario, de los cuales menos de un 10 por ciento asegura que no estudia ni trabaja frente a un 60 por ciento que solo trabaja con disfrute de salario.
Lamentablemente, pese a ser mayoría en el voto, las mujeres salvadoreñas aún no toman conciencia de sus problemas y responden a patrones establecidos por décadas de machismo en un sociedad que apenas reconoció su derecho al voto para las alcaldías en 1952. El 4 de abril no será la excepción.
arb/lb