Esta postura citada por los medios de prensa aquí fue expresada por el representante permanente de Siria ante las Naciones Unidas, el embajador Qusay Al-Dahhak, en una sesión de diálogo abierto del Consejo de Seguridad sobre el impacto del cambio climático y la inseguridad alimentaria en el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales.
Aclaró que Siria sufre del cambio climático que provocó una disminución de las precipitaciones, un aumento de la sequía, la desertificación y las tormentas de arena, lo que repercutió negativamente en la vida de la población y en su capacidad de satisfacer sus necesidades básicas, en particular el agua y los alimentos.
El delegado sirio denunció que la guerra impuesta, el terrorismo y los ataques de Coalición Internacional dejaron graves daños ambientales mediante acciones ilícitas como la quema de oleoductos y yacimientos en el noreste del país, y extraer y refinar el petróleo de manera primitiva, además, de la quema de bosques y cultivos agrícolas.
Acusó a Turkiye de exacerbar el sufrimiento del pueblo al no cumplir sus obligaciones internacionales y acuerdos bilaterales, y reducir el caudal de agua del río Éufrates perjudicando a unos cinco millones de sirios que dependen del líquido.
El diplomático se refirió también a las graves consecuencias de la ocupación israelí sobre el medio ambiente, y acusó a Tel Aviv de enterrar desechos tóxicos y peligrosos y usar de armas prohibidas internacionalmente, incluido el fósforo blanco.
Al final de su intervención, Al-Dahak subrayó la necesidad de fortalecer la cooperación internacional en el campo de la acción climática.
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