Encabezados por su líder federal, John Steenhuisen, seguidores de esa agrupación política de derecha se congregaron frente al Union Building, sede del Gobierno, encabezado desde el nacimiento de la democracia en el país en 1994 por el Congreso Nacional Africano (ANC).
Como línea argumental de sus promesas electorales, la DA se centra en críticas al ANC, en particular al Presidente, Cyril Ramaphosa, culpándolo de todos los problemas y desafíos que enfrenta el país.
Al mismo tiempo, opta en todas sus presentaciones públicas por no reconocer los numerosos avances del país bajo la conducción del ANC durante los pasados 30 años.
La DA critica incluso las políticas del ANC, como partido de Gobierno, de brindar facilidades de progreso y desarrollo a la población negra de país, la oprimida durante los largos años del pasado régimen del apartheid.
Acorde con el manifiesto, que se ceba en errores cometidos por el ANC, según la DA, se promete mejorar las vidas de todos los sudafricanos, de llegar al poder.
Acorde con la DA, como consecuencia de las decisiones gubernamentales del ANC, en Sudáfrica no hay “un suministro eléctrico fiable, la delincuencia está fuera de control, demasiados niños no saben leer ni escribir al nivel requerido, hay escasez de agua en todo el país, los puertos están fallando y los pueblos y ciudades están en decadencia”.
En consecuencia, el manifiesto de la DA promete siete prioridades de su gestión de ganar las elecciones.
A saber, crear dos millones de nuevos puestos de trabajo, terminar con los cortes de electricidad y agua, disminuir en al menos un 50 por ciento los niveles de delitos violentos, aplastar la corrupción, sacar de la pobreza a seis millones de personas.
Además, triplicar el número de estudiantes de cuarto grado capaces de leer con soltura, y asegurar servicios de Salud de calidad para todos.
De acuerdo con observadores locales, los planes generales de la DA poco difieren de los de otros partidos de oposición, pues resulta obvio que para ganar adeptos entre los electores hay que prometer ser capaces de superar todos los desafíos que enfrentan los sudafricanos en su vida diaria.
En un país cuya población mayoritaria es de raza negra (más del 81 por ciento), resalta el hecho de que la mayoría de la dirigencia de la DA es de raza blanca (menos del ocho por ciento del total nacional), lo cual, según consenso entre analistas, limita a ese partido en cuanto a su capacidad de representar las aspiraciones reales del pueblo sudafricano.
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