Situadas entre las afamadas ciudades de Cartagena y Barranquilla, el enclave es célebre por el inusual tono rosáceo que en determinadas épocas del año adquieren las aguas de donde se extrae la sal.
Entre febrero y marzo, las salinas se tornan de un rojo intenso, en coincidencia con los meses de mayor ajetreo para quienes se dedican a esa importante actividad económica de la zona.
Pese a que se le conoce como el Mar Rosa, el sitio es en realidad un lago. Su coloración se debe a un fenómeno natural derivado de la alta concentración de sal en sus aguas y a la presencia de un alga halófila llamada artemisa, que vive en las profundidades y produce sustancias carotenoides de color rojizo y anaranjado.
La combinación de ambos fenómenos crea un ambiente de alta salinidad y luminosidad, y da como resultado ese hermoso paisaje.
Aunque no se trata de un enclave turístico, muchos no se resisten a darse una vuelta por el lugar. La mejor época para las visitas es entre diciembre y abril, que son los meses de mayor intensidad del color rosa, y el mismo efecto se vuelve a repetir de agosto a septiembre.
Para los amantes del ecoturismo, muy cerca de las salinas se halla el volcán Totumo, un cono volcánico lleno de barro a cuyo cráter se accede mediante una rústica escalera de madera.
(Tomado de Orbe)