La policía reprimió con cañones de agua, gases lacrimógenos y balas de goma a miles de personas que salieron a las calles a exigir la dimisión del gobernante, la celebración de elecciones, una nueva Constitución y la reasignación de los fondos destinados a armas, a la compra de vacunas contra la Covid-19.
Los manifestantes, según puede apreciarse en imágenes de la televisión local, se defendieron con piedras, barras de acero y cocteles Molotov. Dos casetas de Policía fueron consumidas por el fuego.
Según los reportes, ocho agentes resultaron heridos, uno de ellos de bala en una pierna y tres por la explosión de una bomba casera. No hay informes sobre el número de civiles heridos, pero varias organizaciones denunciaron que son decenas.
Las protestas en Tailandia, desatadas sobre todo a partir de julio del año pasado, alcanzaron su clímax en noviembre y forzaron al gobierno a convocar al Parlamento para una eventual enmienda de la Constitución del 2017, pero este lo rechazó y las protestas continúan con intermitencia.
El ala más radical del movimiento exige, además, la revisión del poder de la monarquía, protegida por un sistema de leyes que castigan hasta con 15 años de prisión cualquier acto interpretable como difamación, insultos o amenaza contra el rey Maha Vajiralongkorn, Rama X, o su familia.
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