El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático señalaron que frente a lo descrito como la ‘amenaza existencial de nuestro tiempo’, muchos países no cuentan con los recursos monetarios para acometer la transición a fuentes de energía limpia y modos de vida sostenibles que podrían revertir el cambio climático.
Un informe de ese equipo sobre el tema reveló que la financiación relacionada con el clima es la respuesta adecuada, ya que no invertir será más costoso a largo plazo, pero también porque existen importantes oportunidades para los inversores.
Precisó, además, que el objetivo acordado hace más de una década de destinar 100 mil millones de dólares para esas naciones no se está cumpliendo (los últimos datos disponibles de 2018 con 79 mil millones de dólares), a pesar de que la inversión relacionada con el clima sigue una trayectoria ascendente.
Con el aumento de las temperaturas a nivel global, los cambios climáticos, el aumento del nivel del mar, de las sequías y las inundaciones, las poblaciones más vulnerables se enfrentan a riesgos cada vez mayores como la inseguridad alimentaria, y tienen menos oportunidades de salir de la pobreza y conseguir una vida mejor, destacó el documento.
La ONU estima que el cambio climático podría empujar a otros 100 millones de personas a la pobreza de aquí a 2030, y para hacer frente a esas preocupantes tendencias se necesitan inversiones adecuadas y un enfoque global sistemático.
Entre las iniciativas que deben costearse para alcanzar las emisiones de valor cero están las que reducen las exhalaciones de gases nocivos, así como el mejoramiento o preservación de las soluciones naturales para capturar esos gases, como los bosques y los océanos.
La financiación también busca aumentar la resiliencia de las poblaciones más afectadas por el cambio climático y ayudarlas a adaptarse a las condiciones cambiantes, medidas que a su vez contribuirán a reducir el calentamiento, aseguraron los expertos.
Invertir en esas soluciones es necesario para la transición a lo que la ONU llama una economía verde: la energía renovable, que proporciona electricidad sin producir dióxido de carbono ni otras formas de contaminación atmosférica, y que es un elemento fundamental para impulsar el crecimiento económico sostenible.
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