El pasado domingo, los talibanes dominaron la principal urbe del país y finalizaron así su ofensiva en Afganistán; la llegada de los insurgentes suscitó atascos en las vías de salida de la ciudad y estampidas hacía la terminal aérea.
Alambres de púas, granadas de humo, e incluso disparos revelan el alto nivel de tensión alrededor de esas instalaciones, donde una multitud busca huir desesperadamente mientras las tropas estadounidenses supervisan a duras penas una evacuación improvisada.
Por su lado, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, dijo que su país aún apunta a mantener la seguridad en el aeropuerto de Kabul, pero en apoyo al movimiento insurgente.
Fuentes turcas declararon esta semana que esos planes se abandonaron originalmente debido al caos en la capital afgana, pero que Ankara aún ofrecería seguridad y asistencia técnica a los talibanes en el aeropuerto.
Con los talibanes manteniendo el control sobre el país, apareció una nueva imagen ante nosotros. Ahora estamos haciendo nuestros planes de acuerdo con estas nuevas realidades y continuamos nuestras conversaciones en consecuencia, dijo Erdogan en entrevista televisiva.
Mientras tanto, los últimos reportes en Afganistán reflejan que la zona del aeropuerto custodiada por el Ejército norteamericano parece algo más ordenada al tiempo que aumentan los vuelos de evacuación; sin embargo, en el lado controlado por los insurgentes la situación es caótica.
Videos difundidos este jueves en redes sociales muestran a combatientes talibanes disparando al aire y lanzando granadas aturdidoras y de humo para dispersar a las multitudes.
En medio de todo el caos, el Talibán dio muestras de aparente estabilidad y reiteró su llamado a dialogar con las otras fuerzas políticas y las minorías religiosas de Afganistán; pero la realidad parece ser otra.
Lo que hoy conmociona al mundo son las escenas anárquicas de evacuación en el aeropuerto de Kabul y los afganos desesperados que caían del cielo tras aferrarse a los aviones que despegaban.
Caos, desesperación y desesperanza, esas son hoy las palabras de orden en la capital afgana.
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