Aunque representan el 54 por ciento de la población nacional (más de 213 millones de habitantes), los negros o mulatos fueron el 66 por ciento del total.
Entre los pequeños y muchachos mencionados por el IBGE, un 45,9 por ciento (706 mil) estaba activo en ocupaciones consideradas las peores formas de laborar.
Se alude a actividades como el manejo de tractores y maquinaria agrícola, el procesamiento de tabaco, henequén y caña de azúcar, y la extracción y corte de madera.
R7 reveló además que el estado de Sao Paulo registró 8,4 mil accidentes de trabajo infantil entre 2012 y 2020, lo que representa una media de 933 casos anuales, o dos cada cinco días.
Al referirse a cifras del Ministerio de Trabajo, el sitio aseguró que se investigó el azote desde infantes de cinco años hasta adolescentes de 17.
El concepto de accidente grave, según la cartera, incluye la exposición a materiales biológicos, el cáncer relacionado con el trabajo, la intoxicación y la pérdida de audición causada por el ruido.
De igual manera, los trastornos mentales causados por el trabajo y lesiones por esfuerzos repetitivos o disturbios osteomusculares relacionados con la labor.
Los dígitos relacionados con el trabajo infantil son preocupantes y pueden ser incluso mayores por la falta de denuncias, alertaron agencias vinculadas al flagelo.
Considerando el 2020, por ejemplo, los datos de Sao Paulo fueron inferiores a la media anual desde 2012: 194 en el estado, 47 en la región metropolitana y 28 en la capital regional.
En total, hay registros en Brasil de 51 mil niños y adolescentes víctimas de accidentes de trabajo graves o enfermedades relacionadas. Solo dos mil 558 el año pasado.
De 2015 a 2020, hubo 19 mil 500 denuncias relacionadas con la explotación del trabajo infantil, entre los casos recibidos por el Ministerio Público del Trabajo.
En el mundo hay 160 millones de niños y adolescentes en el mercado laboral, según un informe de la Organización Internacional del Trabajo y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia. De este total, 8,4 millones se contabilizaron entre 2016 y 2020.
Para la secretaria nacional de Políticas Sociales y Derechos Humanos de la Central Unitaria de Trabajadores, Jandyra Uehara, el gobierno de Jair Bolsonaro oculta información, no revela datos sobre el tema y debilita la inspección, cuando resulta evidente que la crisis económica por Covid-19 empeora la situación.
Alertó que el trabajo infantil es una vía de perpetuación de las desigualdades sociales y afecta principalmente a los niños y adolescentes negros en Brasil.
rgh/ocs