El experto en Economía Aplicada de la Facultad de Administración y Economía de la Universidad de Santiago, señaló que esa inequidad creciente es reflejo de una situación histórica, que tras el estallido social y la pandemia agudizó la diferenciación de ingresos.
El pasado fin de semana, el Ministerio de Desarrollo Social publicó datos de la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (Casen) 2020 que reflejan el golpe infligido por el coronavirus al mercado laboral en Chile.
Entre otros resultados preocupantes reveló que los ingresos por trabajo de las personas de los deciles más altos subieron un promedio de 18 por ciento, mientras que los más bajos cayeron 14 por ciento, marcando una diferencia de 30 veces entre los más ricos y las más pobres del país.
Al respecto, el académico consideró que la situación histórica de concentración de la riqueza, si bien bajó levemente en los últimos años antes de 2019, está lejos de ser una distribución equitativa de los ingresos como pudiera ocurrir en un país efectivamente desarrollado.
Añadió que ‘las consecuencias son muy complejas de resolver en el corto y mediano plazos, y para las familias que lo viven’.
Explicó que esa situación tiene muchos efectos en la vida diaria de las personas de más bajos ingresos, tales como el endeudamiento y tener que trabajar horas extraordinarias.
También impide -enumeró- que la gente pueda jubilarse en el momento adecuado y se vea obliga a continuar trabajando, y genera un malestar a nivel de sociadad como se apreció en el estallido social de octubre de 2019 y un sinnúmero de otras consecuencias.
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