El estudio reveló que los vapores atmosféricos, las partículas y la formación de nubes tienen claras diferencias en varios entornos de esa área geográfica.
Puntualiza que el adelgazamiento del hielo marino permite más emisiones de yodo, mientras que las aguas abiertas permiten más emisiones de vapores que contienen azufre.
‘Las concentraciones más altas de vapores dan como resultado una mayor cantidad de partículas. Esto, por otro lado, dará lugar a más nubes, lo que, según la estación y la ubicación, puede ralentizar o acelerar el calentamiento del Ártico’, señalan los expertos.
El conocimiento detallado de estos procesos es fundamental para comprender las consecuencias del calentamiento global, sugiere la fuente.
Las observaciones mostraron cómo los compuestos de azufre emitidos por el fitoplancton podrían formar una gran cantidad de partículas que podrían crecer rápidamente e incluso formar gotas de nubes.
En general, -concluyen los científicos – las partículas atmosféricas y las nubes juegan un papel importante en la regulación de la temperatura de la atmósfera, y cualquier comportamiento cambiante de estas tienen consecuencias en el calentamiento del Ártico.
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