Según la investigación, el Pentágono empleó 1,83 mil millones de dólares en equipos para las fuerzas del orden público estatales y locales, incluidos vehículos, aviones, drones, armas militares y municiones resistentes a las minas.
Además, señaló que en las últimas dos décadas la llamada guerra contra el terrorismo se expandió a decenas de países con un gasto militar anual, mayor al utilizado durante la Guerra Fría o la Guerra de Vietnam.
Independientemente de los conflictos bélicos, el ejército estadounidense tiene más de 750 bases en 80 países, con alrededor de 220 mil soldados estacionados permanentemente en el extranjero, afirmó el estudio.
Específicamente para el gasto militar fueron 16 billones de dólares desde 2001 hasta la actualidad, en tanto 949 mil millones se destinaron a la seguridad nacional y 732 mil millones a las autoridades federales, mientras que los programas de ayudas para veteranos recibieron tres billones, reflejó la pesquisa.
Por mucho menos de esas cifras, Estados Unidos podría invertir al menos una parte de los fondos para descarbonizar completamente la red eléctrica del país, crear cinco millones de empleos, eliminar la deuda estudiantil, aumentar el salario de los maestros y producir vacunas contra la Covid-19.
Esas son algunas de las sugerencias que realizó el Proyecto de Prioridades Nacionales del Instituto de Estudios Políticos, con sede en esta capital, para utilizar en otros sectores esas altas sumas destinadas a fines militares.
Según analistas, Estados Unidos emplea el argumento de las amenazas a su seguridad o la de sus aliados para impulsar guerras y justificar la presencia de efectivos fuera de sus fronteras, con el objetivo de mantener el complejo militar industrial.
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