Al recibir en audiencia a los participantes en la Asamblea Plenaria de la Pontificia Academia para la Vida, el sumo pontífice señaló que Así se observa mejor como las condiciones de vida derivadas de decisiones políticas, sociales y ambientales producen un impacto sobre la salud de los seres humanos.
Si examinamos la esperanza de vida, y de vida saludable, en diferentes países y grupos sociales, descubrimos fuertes desigualdades, dijo Francisco a los asistentes al evento de tres días inaugurado hoy centrado en el tema ‘Salud pública en perspectiva global. Pandemia, bioética, futuro’.
Tras apuntar que esas diferencias dependen de variables como nivel de ingresos e instrucción y lugares de residencia, el papa precisó que ‘nosotros afirmamos que la vida y la salud son valores igualmente fundamentales para todos, basados en la inalienable dignidad de la persona humana’.
Pero si a esa declaración no sigue el compromiso adecuado para superar las desigualdades, de hecho aceptamos la dolorosa realidad de que no todas las vidas son iguales y la salud no está protegida del mismo modo para todos, precisó.
Al destacar como la pandemia de Covid-19 evidenció la profunda interdependencia ‘tanto entre nosotros como entre la familia humana y la casa común’, recordó que ‘nuestras sociedades, sobre todo en Occidente, han tenido la tendencia a olvidar esa interconexión’, con las consecuentes ‘amargas experiencias’.
El pontífice llamó invertir esa tendencia mediante la sinergia entre diferentes disciplinas como biología e higiene, medicina y epidemiología, pero también economía y sociología, antropología y ecología.
En ese sentido, subrayó que el objetivo debe ser, además de comprender los fenómenos, identificar criterios de acción tecnológicos, políticos y éticos sobre el sistema de salud, la familia, el empleo y el ambiente.
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