Según expuso el representante del gobierno de Estados Unidos James Lewis en la audiencia que se celebra en la corte de Woolwich, sureste de Londres, la divulgación de esos materiales clasificados contribuyó a identificar a informantes que arriesgaron sus vidas para ayudar al Ejército norteamericano en Iraq y Afganistán.
El letrado, quien argumentó que el periodismo no era una excusa para cometer delitos o una licencia para quebrantar la ley, admitió, no obstante, que la fiscalía no podía demostrar que alguna de esas personas resultara dañada como resultado de las filtraciones.
La falta de pruebas fue resaltada por el actual director de Wikileaks, Kristin Hrafnsson, quien aprovechó uno de los recesos en la vista oral que se extenderá durante toda la semana, para asegurar a la prensa que Washington no había presentada nada nuevo en el primer día del caso.
Es el mismo discurso vacío de hace más de una década, afirmó el periodista islandés, quien alertó que no es Assange quién está en el banquillo de los acusados, sino el periodismo y la libertad de prensa.
Hrafnsson también se quejó de que el juicio de extradición tenga lugar en un tribunal que apenas puede acomodar a una docena de personas en la galería pública, y a un reducido número de periodistas.
De esta forma es muy difícil que podamos hablar de un proceso abierto y transparente, remarcó el directivo de Wikileaks, quien no obstante dijo que espera tener un juicio justo, en base a las pruebas que presentará la defensa de Assange a partir de mañana.
Decenas de personas, entre ellas varios miembros del movimiento Chalecos Amarillos llegados en autobús desde París, se congregaron en las afueras del tribunal, contiguo a la prisión donde está encerrado Assange desde su arresto en la embajada de Ecuador en Londres en abril pasado, para exigir su liberación.
Los cánticos y gritos de apoyo de los manifestantes eran perfectamente audibles dentro de la sala del tribunal, al punto que la jueza Vanessa Baraitser preguntó “si no se podía hacer algo” para acallarlos.
De ser entregado a Estados Unidos, Assange enfrentaría una condena a 175 años de cárcel, como resultado de los 18 cargos que se le imputan, y que incluyen desde conspiración para cometer espionaje hasta piratería informática.
Los fiscales norteamericanos lo acusan en particular de haberse confabulado con la exanalista de Inteligencia del Ejército Chelsea Manning, quien le suministró los miles de archivos secretos que exponen crímenes de guerra y asesinatos de civiles cometidos por los militares estadounidenses en Iraq y Afganistán.
Wikileaks también publicó entre 2010 y 2011 más de 250 mil cables del departamento de Estado en el que los diplomáticos hacen valoraciones de gobiernos y personalidades del mundo.
Según trascendió, la jueza Baraitser escuchará los argumentos legales está semana, y luego suspenderá el juicio hasta el 18 de mayo, cuando comenzará la segunda parte de un proceso que podría demorar varios meses, pues se espera que la parte que pierda el caso apele el veredicto.
mem/nm