Estamos listos para llegar a un acuerdo vinculante lo ante posible, subrayó el ministro de Relaciones Exteriores durante un encuentro en El Cairo con un delegado de la Unión Africana (UA), bloque que auspició las últimas rondas de diálogos entre representantes egipcios, sudaneses y etíopes.
Deseamos un pacto que satisfaga los intereses de nuestros vecinos, sin ocasionarnos perjuicios, insistió Shoukry.
Tras casi una década de disputa y fallidas pláticas, Egipto, Sudán y Etiopía reanudaron las negociaciones a solicitud de la UA, la cual sigue mediando entre las partes a fin de superar el impasse y conseguir un consenso acerca del llenado y la operación de la represa, la mayor de su tipo en el continente africano.
En declaraciones previas ante el Parlamento, Shoukry culpó a Addis Abeba del estancamiento en las conversaciones, al calificar su postura de intransigente.
El canciller rechazó nuevamente los pasos unilaterales dados por Etiopía que en julio pasado llenó una primera parte del embalse, sin un acuerdo con sus vecinos ribereños.
El Cairo teme que el megaproyecto disminuya el flujo del Nilo, insuficiente ya para satisfacer la demanda de su población, la cual supera los 101 millones.
Dependiente del legendario río, su único curso de agua, para la agricultura, la acuicultura, la generación de electricidad, el consumo e incluso el turismo, Egipto defiende sus derechos sobre él como una cuestión existencial.
En consecuencia exige pautas para el llenado y medidas dirigidas a mitigar los efectos de sequías severas o prolongadas, posición con la que coincide Sudán.
En tanto, Addis Abeba apuesta a la colosal obra para garantizar el suministro energético interno y exportar a otras partes de África, al tiempo que descarta daños a las naciones aguas abajo al explotar ese recurso transfronterizo.
Llamado Blanco en ciertos tramos, el Nilo recibe en Sudán las corrientes del Azul nacido en Etiopía.
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