La sublevación popular cerró el tráfico con neumáticos en llamas y otros obstáculos en esta capital y en localidades del norteño valle de Bekaa.
Se trata de la más reciente manifestación masiva contra la elite política gobernante a la cual los ciudadanos achacan la actual situación por su mala gobernanza, saqueo al erario y corrupción.
En el mercado negro, la libra libanesa se cotizaba a 9,900 y llegó hasta 10 mil por un dólar estadounidense, pese a que la tarifa oficial continúa en mil 500.
Esa tasa paralela implica mayores precios al por menor, en tanto que los comerciantes transfieren su valor a los clientes para evitar pérdidas.
El deterioro económico y financiero obedece a la falta de un gobierno capaz de enrumbar hacia horizontes positivos el actual estado de cosas, estiman los analistas.
Desde que el 22 de octubre pasado asumió Saad Hariri, la tarea de formar el Gabinete nunca llegó a consenso con el presidente Michel Aoun y pasaron casi siete meses en que este país carece de una alineación gubernamental efectiva.
Ambos mantienen una discordia respecto al número y la distribución de las carteras, en especial las llamadas soberanas del Interior y Justicia.
Hariri insiste en un equipo de 18 ministros ajenos a la política, cuyo borrador rechazó Aoun al opinar que los nombramientos violaban preceptos constitucionales.
El hecho de que los dos no cedan en sus posiciones frustró las esperanzas de una solución a la crisis socioeconómica del país, abrumado por una explosión que destruyó el puerto capitalino y por la pandemia de la Covid-19.
Ese estancamiento ocurre en paralelo con una debacle que colocó a la mitad de los libaneses por debajo del umbral de la pobreza.
La Central de Estadísticas de Líbano confirmó que la inflación en 2020 superó el 82 por ciento y aumentará este año, mientras un informe del Banco Mundial mostró que el ingreso per cápita es el peor entre 144 países.
‘Instalar un gobierno es una responsabilidad nacional suprema. La gente gime de necesidad y pobreza. Se avecina una explosión social’, alertó el diputado Anwar Khalil, perteneciente al bloque parlamentario del presidente del parlamento, Nabih Berri.
El legislador Imad Wakkim, del partido Fuerzas Libanesas, apuntó: ‘nos dirigimos a una explosión económica y política sin precedentes’, mientras su par Tony Frangieh, del Movimiento Marada, tuiteó: ‘¿Están algunos esperando una explosión social o se requiere el caos?’, en alusión a la demora en formar un Gobierno.
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