En un comunicado, el Departamento de Estado confirmó que el convenio refleja el ‘compromiso del presidente Joe Biden de revitalizar y modernizar nuestras alianzas democráticas en todo el mundo para promover nuestra seguridad y prosperidad compartidas’.
Un portavoz de la Casa Blanca dijo a la agencia de noticias Reuters que el convenio incluía un ‘aumento significativo negociado en las contribuciones de apoyo por parte de la nación anfitriona’, pero no dio más detalles.
Estados Unidos tiene alrededor de 28 mil soldados en esa nación asiática, pero el costo para el Gobierno de Seúl de tener esa presencia fue un tema espinoso en las relaciones bajo la administración del expresidente Donald Trump (2017-2021), que exigía más a su aliado asiático.
En 2019, ambas partes llegaron a un acuerdo que requería que Corea del Sur pagara alrededor de 924 millones de dólares por la presencia de las tropas norteamericanas, un aumento de 830 millones en relación con el año anterior.
Sin embargo, las negociaciones para un nuevo plan de costos compartidos fracasaron debido a una demanda de Washington de que Seúl pagara cinco veces lo erogado anteriormente.
El anuncio sobre el convenio tiene lugar el mismo día que comienzan las maniobras militares de poco más de una semana entre los dos países, en esta ocasión a una escala reducida como medida de prevención frente a la pandemia de la Covid-19.
El entrenamiento de puesto de mando combinado, que es simulado por computadora y se realiza anualmente en primavera, estaba previsto hasta el 18 de marzo.
Las maniobras tienen lugar cuando el diálogo entre Washington y Pyongyang está estancado desde el fracaso de la cumbre de Hanói entre el máximo líder norcoreano, Kim Jong Un, y Donald Trump, en febrero de 2019, entre otras causas por la negativa de la Casa Blanca a eliminar las sanciones contra la República Popular Democrática de Corea (RPDC).
El pretexto de la estancia de los militares norteamericanos en suelo surcoreano es el supuesto peligro de un ataque por parte de las fuerzas armadas norcoreanas.
Sin embargo, el gobierno de Pyongyang niega esa posibilidad y acusa a Washington y Seúl de realizar grandes maniobras castrenses como preparativos para una eventual agresión contra ese país.
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