Hay alertas de una explosión social y un posterior estallido de inseguridad por la dilación en formar un Gobierno, del cual carece el país desde agosto de 2020.
Ninguno de los encargados de nominar el Ejecutivo, el primer ministro designado Saad Hariri y el presidente Michel Aoun, cede en sus posiciones, mientras la situación nacional va hacia el caos.
El punto que causó la sublevación popular se refiere a una depreciación de más de 90 por ciento de la libra libanesa respecto al dólar que convirtió en nada los salarios de 90 de cada 100 ciudadanos.
Con anterioridad, los libaneses sufrían de las consecuencias de la peor crisis económica y financiera del país en décadas agudizada por la pandemia de la Covid-19 y una explosión que destruyó el puerto capitalino.
Sin embargo, la cúpula dominante da la espalda a ese panorama y continúa sin ponerse de acuerdo en nombrar e instalar un Gabinete que dé curso a reformas para allanar ayuda internacional prometida.
Los manifestantes antigubernamentales advirtieron que irán a más si no acaban de concretar una alineación gubernamental capaz de detener el colapso económico a causa del cual la mitad de los 6 millones de libaneses se hundió bajo el umbral de la pobreza.
Este lunes, las protestas cerraron las vías clave y era imposible llegar o salir de Beirut por los obstáculos colocados en carreteras y avenidas principales.
Esa presión, sin embargo, no origina efecto alguno en una reactivación del diálogo entre Aoun y Hariri, incluso este último viajó la semana pasada a Emiratos Árabes Unidos en medio de la insubordinación ciudadana.
El primer ministro designado y el presidente siguen enfrentados sobre el número, la composición y nombramiento de los titulares y rechazan las propuestas de una u otra parte.
Hariri insiste en un colectivo ministerial de 18 portafolios con personas ajenas a los políticos, aunque no de las confesiones religiosas que por Constitución deben repartirse por igual entre islámicos y cristianos.
Sobre ese elemento, Aoun reclama seis carteras para los cristianos y una más que obtendrían los greco-ortodoxos y conseguiría así poder de veto y el primer ministro designado no lo acepta.
A su momento, el Movimiento Amal que encabeza el jefe del Parlamento, Nabih Berri, emitió un llamamiento a evitar la explosión social derivada de la sublevación popular en curso.
‘La continua intransigencia e insistencia en obstruir una solución para nominar el Gobierno, dice la nota, solo contribuye a aumentar tensiones políticas y empuja al país al total colapso’.
Para solucionar la crisis, la única solución consiste en acelerar la formar el gobierno y priorizar el interés nacional supremo, puntualiza el texto.
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