Durante un encuentro en esta capital ambos coincidieron en la necesidad de conformar un cuarteto de facilitadores para dichas pláticas, que según la propuesta inicial de Sudán deberá estar integrado por representantes de Estados Unidos, la Unión Europea, la Organización de Naciones Unidas y la Unión Africana (UA).
El grupo estaría liderado por el presidente de la República Democrática del Congo, Félix Tshisekedi, quien asumió recientemente la dirección de la UA.
El-Sisi y Hamdok analizaron los últimos acontecimientos en torno a la megaobra, la mayor de su tipo en África, y abogaron por conseguir un trato vinculante referido al llenado del depósito y el régimen de funcionamiento, antes que comience la temporada de lluvias, puntualizó el portavoz presidencial, Bassam Rady.
Addis Abeba anunció que durante la estación lluviosa, la cual empezará en julio, llenaría nuevamente el embalse.
Tras fallidos intentos para llegar a un acuerdo, la Unión Africana logró sentar nuevamente a las partes a la mesa de conversaciones, en busca de un consenso final aún sin vislumbrarse.
Egipto teme que la puesta en marcha de la presa limite el flujo de El Nilo, insuficiente ya para satisfacer las demandas de sus más de 101 millones de habitantes, y del que dependen para el consumo del líquido, la agricultura, la generación de electricidad, el transporte fluvial, incluso el turismo.
Por ese motivo exige pautas para el llenado y medidas encaminadas a mitigar efectos de sequías severas o prolongadas, postura con la que coincide Sudán.
Mientras Etiopía apuesta al proyecto con el propósito de garantizar la distribución energética interna y exportar a otras regiones africanas, al tiempo que desestima las preocupaciones de El Cairo.
Addis Abeba esgrime que es su derecho explotar ese recurso transfronterizo en beneficio del desarrollo propio y asegura que no ocasionará perjuicios a sus vecinos ribereños.
Llamado Blanco en ciertos tramos, el Nilo recibe en Sudán las aguas del Azul, nacido en Etiopía.
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